Martina y el viaje a la costa



Había una vez una niña llamada Martina que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Aunque era un lugar hermoso, Martina siempre se preguntaba cómo sería la playa.

Sus amigos le hablaban de la arena suave, el agua cristalina y las olas divertidas, pero ella solo podía imaginarlo. Un día, mientras Martina jugaba en el parque con sus amigos, escuchó a lo lejos a dos personas hablando sobre un concurso de dibujo.

El premio era nada más y nada menos que un viaje a la playa. Martina no podía creerlo ¡Esta era su oportunidad! Decidió participar y poner todo su esfuerzo para ganar.

Martina pasó días dibujando el mar, los peces y los castillos de arena más hermosos que jamás había visto. Cuando llegó el día del concurso, estaba tan emocionada que no podía dejar de temblar.

Los jueces observaron atentamente cada dibujo y luego anunciaron al ganador: ¡era Martina! La alegría invadió a la pequeña niña mientras saltaba de emoción. Ahora tenía la oportunidad de conocer finalmente la ansiada playa. Sus padres también estaban muy felices por ella y comenzaron a organizar todo para el viaje.

El día del viaje finalmente llegó y Martina estaba llena de entusiasmo. Subieron al auto e iniciaron el trayecto hacia la costa.

Durante el camino, Martina imaginaba cómo serían las olas rompiendo en la orilla y cómo se sentiría caminar descalza sobre la arena cálida. Al llegar a la playa, Martina quedó maravillada. El sonido del mar y el olor salado llenaron sus sentidos. Corrió hacia la orilla y sintió cómo las pequeñas gotas de agua le rozaban los pies.

Rió a carcajadas mientras saltaba sobre las olas que venían en su dirección. "¡Esto es increíble!", exclamó Martina con una sonrisa enorme en su rostro.

Martina pasó todo el día explorando la playa: construyendo castillos de arena, recolectando almejas y nadando junto a los peces. Se hizo amiga de otros niños que también estaban disfrutando del mar y juntos jugaron hasta que el sol se ocultó detrás del horizonte.

Al regresar a casa, Martina no podía dejar de hablar sobre su aventura en la playa. Les contó a todos sus amigos cómo el mar era tan grande e imponente, pero al mismo tiempo tan divertido y acogedor.

Compartió sus experiencias y les mostró las almejas que había recolectado como recuerdo. A partir de ese día, Martina valoró aún más su pueblo rodeado de montañas, pero también aprendió lo importante que es explorar nuevos lugares y vivir nuevas experiencias.

Aunque no todos pueden ir a la playa, siempre hay algo interesante por descubrir cerca de donde uno vive. Desde entonces, cada vez que alguien hablaba sobre un lugar desconocido para ella, Martina se emocionaba pensando en todas las posibilidades que tenía por delante.

Y así siguió creciendo, siempre dispuesta a descubrir nuevos mundos llenos de aventuras y sorpresas.

FIN.

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