Martina y la amistad natural



Había una vez una niña llamada Martina, que vivía en una casa con un jardín lleno de flores de colores y árboles frondosos.

Martina amaba su jardín y pasaba horas jugando allí con sus amigos: el conejo Saltarín, la mariposa Iris y el pajarito Chirp. Un verano, Martina tuvo que irse de vacaciones con su familia y se sintió muy triste al tener que dejar atrás a sus queridos amigos del jardín.

Durante todo el viaje, no podía dejar de pensar en ellos y en las aventuras que solían vivir juntos. Una noche, mientras dormía en un hotel lejos de casa, Martina tuvo un sueño muy especial.

En su sueño, volvía a su jardín y allí estaban Saltarín, Iris y Chirp esperándola con una gran sorpresa. -¡Martina! ¡Martina! -exclamó Saltarín saltando de alegría. - ¡Qué felices estamos de verte! -Marti, te extrañábamos tanto -dijo Iris revoloteando alrededor de ella. - Tenemos preparada una sorpresa para ti.

-¡Sí! ¡Sorpresa! -pió Chirp emocionado desde una rama cercana. Martina los abrazó a todos emocionada y curiosa por descubrir qué habían planeado sus amigos. De repente, Saltarín señaló hacia uno de los árboles más altos del jardín.

Martina levantó la mirada y vio algo brillante entre las hojas. -¿Qué es eso? -preguntó intrigada. -Es nuestra nueva amiga Luciérnaga -explicó Iris. - Nos contó historias sobre cómo iluminar nuestras noches cuando estás lejos.

La pequeña luciérnaga comenzó a brillar intensamente, iluminando todo el jardín con destellos mágicos que hacían reír a Martina y sus amigos. Juntos pasaron la noche compartiendo risas, cuentos e inventando juegos bajo la luz parpadeante de Luciérnaga.

Al amanecer, Martina despertó con una sonrisa en el rostro. Aunque ya no estaba en su jardín ni junto a sus adorados amigos, sabía que siempre llevaría consigo el recuerdo de aquella noche mágica.

Decidió escribirle cartas a Saltarín, Iris y Chirp contándoles sobre su sueño y prometiéndoles volver pronto para seguir creando memorias inolvidables juntos. Y así fue como Martina aprendió que la verdadera amistad trasciende la distancia física y que siempre puede encontrar consuelo en los recuerdos compartidos con aquellos que ama.

Desde entonces, cada vez que cerraba los ojos para dormir, recordaba aquella noche mágica en su jardín junto a sus entrañables amigos del alma.

FIN.

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