Martina y la democracia en Esperanza


Había una vez un pequeño pueblo llamado Esperanza, ubicado en la provincia de Santa Fe, Argentina. Este pueblo había vivido muchos años bajo un régimen dictatorial y sus habitantes anhelaban con tener una democracia justa y libre.

Un día, el pueblo se llenó de alegría al enterarse que después de tantos años, finalmente tendrían elecciones libres y democráticas. Los habitantes del pueblo se reunieron en la plaza principal para celebrar este acontecimiento histórico.

Entre los asistentes estaba Martina, una niña curiosa y valiente que siempre quería saber más sobre el mundo que la rodeaba. Mientras jugaba en la plaza, escuchó a dos señores mayores hablar sobre las dificultades que habían enfrentado durante los años de dictadura.

"Fueron tiempos muy difíciles", dijo uno de ellos con tristeza. "Pero ahora tenemos la oportunidad de cambiar nuestro destino", respondió el otro con esperanza. Martina quedó impresionada por lo que había escuchado.

Decidió preguntarle a su abuelo qué significaba todo esto de —"democracia" . Él le explicó que era un sistema donde todos podían elegir a sus gobernantes mediante votación popular y donde todas las personas eran iguales ante la ley.

Martina estaba fascinada por esta idea y decidió involucrarse en la campaña electoral para apoyar a su candidato favorito. Se unió al grupo juvenil del partido político y comenzó a repartir volantes en las calles del pueblo. Pero no todo fue fácil para Martina y su equipo.

La oposición también hacía campaña intensamente e incluso llegaron a realizar actos de vandalismo en los carteles y pancartas de la campaña de Martina. "¡No podemos dejar que nos intimiden!", exclamó Martina con valentía ante sus compañeros.

"Tenemos que seguir luchando por lo que creemos". La campaña electoral llegó a su fin y finalmente llegó el día de las elecciones. Los habitantes del pueblo se reunieron en la escuela para votar por sus candidatos favoritos.

Después de una larga espera, los resultados fueron anunciados: el partido político al que pertenecía Martina había ganado las elecciones. La gente estalló en aplausos y abrazos, celebrando la victoria de la democracia.

Martina estaba muy orgullosa de haber sido parte del cambio y haber contribuido a una sociedad más justa y libre. Ahora, Esperanza tendría 40 años de democracia, gracias al esfuerzo y coraje de personas como ella.

Desde ese día, cada vez que alguien le preguntaba qué quería ser cuando fuera grande, Martina respondía sin dudar:"Quiero ser una defensora de la democracia".

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