Martina y la lección de la Cuaresma



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde vivían muchos niños y niñas muy curiosos y traviesos.

En este lugar, cada año llegaba la época de la cuaresma, un tiempo especial en el que las personas reflexionaban sobre sus acciones y se preparaban para la llegada de la Semana Santa. En una de las casas de Villa Esperanza vivía Martina, una niña muy inquieta y juguetona.

A pesar de su corta edad, siempre estaba buscando nuevas aventuras y travesuras para hacer. Cuando llegó la cuaresma, Martina escuchó por primera vez sobre la importancia de este período de reflexión y sacrificio.

Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, Martina se encontró con Don Tomás, el anciano más sabio de Villa Esperanza. Don Tomás le contó a Martina que durante la cuaresma era importante no solo reflexionar sobre lo que hacemos mal, sino también hacer algo bueno por los demás.

Martina quedó pensativa ante las palabras del anciano y decidió que quería hacer algo especial durante ese tiempo. Así que comenzó a buscar formas de ayudar a los demás en su comunidad.

Ayudaba a cruzar la calle a las personas mayores, compartía sus juguetes con los niños que no tenían muchos y ayudaba en casa sin que nadie se lo pidiera.

Un día, mientras caminaba por el parque con su mejor amigo Lucas, vieron a un perrito perdido llorando bajo un árbol. Martina se acercó con cuidado al perrito y lo acarició para calmarlo. "Pobrecito ¿estás perdido?"- le dijo con ternura.

Lucas sugirió llevar al perrito al refugio de animales del pueblo para que pudieran encontrar a sus dueños. Así fue como Martina y Lucas llevaron al perrito al refugio. Al llegar allí descubrieron que el perrito no tenía chip ni collar con identificación.

Decidieron entonces cuidarlo entre todos los niños del pueblo mientras buscaban a su familia. Los días pasaron y Martina seguía ayudando a los demás como nunca antes lo había hecho. Se sentía feliz haciendo sonreír a las personas con sus acciones bondadosas.

Finalmente, después de muchas semanas cuidando al perrito perdido, apareció su verdadera familia gracias a un cartel que habían colocado en el pueblo anunciando su hallazgo.

La familia del perrito estaba muy agradecida con Martina y todos los niños por haber cuidado tan bien de él durante ese tiempo. Fue entonces cuando Martina comprendió realmente el significado de la cuaresma: no se trataba solo de hacer sacrificios personales, sino también de abrir nuestro corazón hacia los demás y ser solidarios.

Desde ese día en adelante, Martina siguió siendo una niña traviesa e inquieta; pero ahora también era conocida en todo Villa Esperanza como "Martina la bondadosa", porque siempre estaba dispuesta a ayudar a quienes más lo necesitaban.

FIN.

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