Martina y la maldición rota
Había una vez en un lejano pueblo llamado Villa Esperanza, una chica valiente y curiosa llamada Martina.
Martina vivía cerca de un antiguo castillo que siempre la había intrigado, pero a pesar de su curiosidad, nunca se animaba a acercarse demasiado. Un día, mientras paseaba por el bosque cercano al castillo, Martina escuchó un grito desgarrador. Siguiendo el sonido, descubrió que venía del castillo. Con valentía decidió adentrarse en él para ver qué sucedía.
Al entrar al castillo, Martina se encontró con un misterioso hombre vestido de negro sosteniendo un frasco lleno de sangre. El hombre parecía estar realizando algún tipo de ritual oscuro y peligroso. - ¿Qué estás haciendo? -preguntó Martina con voz temblorosa.
El hombre se dio vuelta sorprendido al ver a la chica y exclamó: "¡No deberías estar aquí! Este es un lugar peligroso para ti". Pero Martina no retrocedió.
Con determinación le dijo al hombre que detuviera lo que estaba haciendo y explicara qué estaba pasando. El hombre le contó que necesitaba la sangre para mantenerse joven y poderoso, pero que en realidad anhelaba ser libre de esa maldición. Martina sintió compasión por él y decidió ayudarlo.
Juntos buscaron en los antiguos libros del castillo hasta encontrar un hechizo que podría romper la maldición sin necesidad de usar sangre inocente. Trabajaron arduamente durante días preparando todo lo necesario para el hechizo final.
Llegado el momento crucial, el hombre siguió las instrucciones al pie de la letra mientras Martina lo asistía con valentía. Y así, con destellos brillantes y chispas mágicas, la maldición fue rota.
El hombre ya no necesitaba más sangre para mantenerse joven; ahora podía vivir en paz consigo mismo y con los demás habitantes del pueblo. Todos en Villa Esperanza celebraron la valentía y bondad de Martina, quien había logrado hacer algo increíble ayudando a alguien en apuros sin juzgarlo por sus acciones pasadas.
Desde ese día en adelante, Martina se convirtió en una heroína local cuya historia inspiraba a todos los niños del pueblo a ser valientes y compasivos ante cualquier situación difícil que pudieran enfrentar.
Y colorín colorado, este cuento ha terminado pero recuerda: ¡Siempre hay bondad dentro de cada persona esperando ser liberada!
FIN.