Martina y la Revuelta de los Colores



En la ciudad de Colores Brillantes, el espacio público solía ser un lugar donde todos los habitantes podían reunirse, jugar y compartir momentos felices.

Sin embargo, con el paso del tiempo, algunas prácticas inveteradas comenzaron a —"privatizar"  este espacio, convirtiéndolo en un lugar exclusivo para unas pocas minorías dominantes. En medio de esta situación, vivía Martina, una niña curiosa y valiente que siempre había soñado con unir a su comunidad y devolverle el espacio público a todos sus habitantes.

Un día, mientras paseaba por la plaza principal de la ciudad, Martina se dio cuenta de que las puertas que rodeaban el parque estaban cerradas con candado y custodiadas por guardias.

"¿Por qué no podemos entrar al parque?", se preguntó Martina en voz alta. Un anciano que pasaba por allí escuchó su pregunta y le explicó: "Hace muchos años, unas personas poderosas decidieron hacer del parque un lugar exclusivo para ellos.

Ahora solo permiten la entrada a quienes paguen una cuota muy alta". Martina sintió una profunda tristeza al escuchar esto. Sabía que tenía que hacer algo para cambiar esa injusticia. Así que decidió hablar con sus amigos y vecinos para idear un plan.

Juntos, organizaron una manifestación pacífica frente a las puertas del parque. Llevaron pancartas con mensajes de inclusión social y pluralismo integral. La noticia se extendió rápidamente por toda la ciudad y pronto más personas se unieron a la protesta.

Los guardianes del parque no sabían cómo reaccionar ante tanta determinación y unidad entre los habitantes de Colores Brillantes. Finalmente, decidieron abrir las puertas y permitir el acceso libre a todos.

La plaza volvió a llenarse de risas, juegos y conversaciones animadas. Los niños corrían libres por los senderos verdes mientras los adultos compartían meriendas en los bancos públicos. Había vuelto la armonía y la alegría a ese espacio tan querido por todos.

Martina comprendió entonces el verdadero significado de la ética cívica: trabajar juntos por el bien común y respetar los derechos de cada individuo en la comunidad.

Desde ese día en adelante, ella se convirtió en un símbolo de esperanza y cambio positivo para toda la ciudad. Y así, gracias al coraje y la determinación de una niña llamada Martina, el espacio público volvió a ser verdaderamente público: un lugar donde todos eran bienvenidos sin importar su condición social o económica.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!