Martina y la tierra encantada


Martina era una niña curiosa y aventurera. Vivía en una pequeña casa con su mamá, su papá y su gato, Mateo.

Pero lo que más le llamaba la atención de su hogar era un viejo closet que estaba en su habitación. Un día, mientras jugaba con sus muñecas, Martina decidió abrir el misterioso closet. Al hacerlo, descubrió que detrás de esa puerta se encontraba un mundo completamente mágico y lleno de sorpresas.

Martina no podía creer lo que veían sus ojos. Había árboles gigantes con hojas multicolores, ríos cristalinos donde nadaban peces brillantes y montañas altísimas cubiertas de nieve. Era como si hubiera entrado a un cuento de hadas.

Sin pensarlo dos veces, Martina cruzó la puerta del closet y se adentró en aquel mundo desconocido. Allí se encontró con criaturas fantásticas: duendes risueños, hadas traviesas y animales parlanchines. "¡Bienvenida a nuestro reino mágico!" exclamó una hermosa hada al ver llegar a Martina.

"- ¡Hola! Soy Martina", respondió emocionada la niña. La hada le contó a Martina sobre las maravillas del lugar y cómo cada ser mágico tenía habilidades especiales.

Los duendes eran expertos constructores, las hadas podían volar y los animales tenían la capacidad de hablar entre ellos. Martina decidió explorar cada rincón del mundo mágico junto a sus nuevos amigos. Juntos recorrieron bosques encantados, volaron por el cielo estrellado y descubrieron secretos ocultos en cuevas subterráneas.

Pero un día, mientras jugaban cerca de un lago, Martina notó que algo extraño sucedía. El agua se estaba evaporando rápidamente y los animales estaban preocupados. "- ¿Qué está pasando aquí?" preguntó Martina.

La hada suspiró y le explicó que un malvado mago había lanzado un hechizo sobre el lago para robar toda el agua mágica. Sin esa agua, el mundo mágico perdería su encanto y todos sus habitantes estarían en peligro.

Martina sabía que tenía que hacer algo para ayudar a sus amigos. Recordó una historia que le contaba su abuela sobre una antigua fuente de agua mágica escondida en las montañas más altas del reino. Esa fuente podía revertir cualquier hechizo maligno.

Decidida a salvar el mundo mágico, Martina convocó a todos los seres fantásticos y juntos emprendieron la búsqueda de la fuente de agua mágica. Sortearon obstáculos, resolvieron acertijos y vencieron todo tipo de criaturas oscuras enviadas por el malvado mago.

Después de una larga travesía, finalmente encontraron la fuente de agua mágica. Martina tomó un poco en sus manos y regresaron al lago encantado.

Con cuidado, derramó el agua sobre él y como por arte de magia, el lago volvió a llenarse con aguas cristalinas y relucientes. El malvado mago fue derrotado y el mundo mágico volvió a ser como antes. Todos los seres fantásticos estaban agradecidos con Martina por su valentía y determinación.

"- ¡Gracias, Martina! Gracias por salvar nuestro hogar", le dijeron emocionados. Martina sonrió y se despidió de sus amigos del mundo mágico. Cruzó nuevamente la puerta del closet y regresó a su habitación.

Ahora, cada vez que abría el closet, sabía que detrás había un mundo lleno de aventuras esperándola. Y así, Martina aprendió que nunca hay que dejar de explorar ni de creer en la magia que se encuentra en cada rincón del mundo.

Porque, al final del día, todos somos capaces de hacer grandes cosas si tenemos el coraje para intentarlo.

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