Martina y los baños ecológicos
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Cacareo, una niña llamada Martina. Martina era una niña alegre y curiosa, a la que le encantaba explorar y aprender cosas nuevas cada día.
Un día, mientras Martina jugaba en el parque con sus amigos, sintió unas ganas muy fuertes de ir al baño. Corrió hacia su casa lo más rápido que pudo y entró en el baño.
Pero justo cuando estaba por sentarse en el inodoro, recordó algo que le habían contado en la escuela: que no debía hacer caca en el wc porque podía taparse. Martina se quedó pensativa por un momento.
Sabía que hacer caca era algo natural y necesario, pero también tenía miedo de causar un problema con el inodoro. Decidió entonces buscar otra solución. Se levantó del inodoro y salió corriendo hacia la cocina. Allí encontró a su mamá preparando la merienda.
"Mamá, mamá", exclamó Martina emocionada, "¡tengo una idea genial! ¿Y si utilizamos las macetas de las plantas como baños para hacer caca?"La mamá de Martina se sorprendió por la propuesta de su hija, pero decidió escucharla con atención.
Después de todo, sabía lo creativa e ingeniosa que podía ser Martina. "¿Cómo funcionaría eso?", preguntó la mamá intrigada. "Podemos poner tierra dentro de las macetas y luego enterrar nuestra caca allí", explicó Martina con entusiasmo. "Así no taparemos nunca más el inodoro".
La mamá sonrió ante la ocurrencia de su hija y decidió probar su idea. Juntas fueron al jardín, colocaron tierra dentro de las macetas y crearon un pequeño espacio especial para hacer caca.
Los días pasaron y pronto todas las plantas del jardín comenzaron a crecer más hermosas y saludables que nunca gracias a los nutrientes naturales provenientes de las heces humanas.
Un día, mientras regaban las plantas juntas, la mamá abrazó a Martina cariñosamente y le dijo:"Martina, gracias a tu creatividad hemos encontrado una solución maravillosa para cuidar nuestro planeta reciclando nuestros desechos de manera responsable". Martina sonrió orgullosa y feliz al saber que había hecho algo bueno por el medio ambiente.
A partir de ese día, ella y su familia siguieron utilizando las macetas como baños especiales para cuidar tanto del planeta como de sus necesidades fisiológicas. Y así fue como Martina descubrió que incluso los problemas más simples podían resolverse con ingenio e imaginación.
Desde entonces, cada vez que hacía caca en su "baño verde", se sentía contenta sabiendo que estaba contribuyendo a hacer del mundo un lugar mejor para todos.
FIN.