Martina y los juegos sin fronteras



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, donde los niños y las niñas solían jugar por separado.

Los niños se reunían en el parque para jugar al fútbol y a las carreras, mientras que las niñas se juntaban en la plaza para saltar la cuerda y contar chistes. Un día, la curiosa Martina decidió acercarse al grupo de niños que jugaba al fútbol.

Era una niña valiente y llena de energía, con el cabello largo y rizado que le llegaba hasta la cintura.

Se acercó a ellos con una sonrisa en su rostro y les preguntó: "-¿Puedo jugar con ustedes?" Los niños se miraron entre sí sorprendidos, no estaban acostumbrados a que una niña quisiera unirse a su juego. El líder del grupo, Juanito, un niño alto con pecas en la cara y una gran pasión por el fútbol, dijo: "-Bueno, está bien. Pero tienes que demostrar que sabes jugar.

" Martina asintió emocionada y se puso manos a la obra. Para sorpresa de todos, demostró ser muy habilidosa con el balón, driblando a sus compañeros con destreza y anotando un gol espectacular.

Los niños quedaron impresionados por las habilidades de Martina y pronto empezaron a aceptarla como parte de su equipo. Jugaron juntos durante horas hasta que el sol comenzó a ponerse en el horizonte. Al despedirse, Juanito le dijo a Martina: "-Eres genial jugando al fútbol.

Mañana te esperamos aquí para seguir jugando juntos. "Al día siguiente, algo mágico había sucedido en Villa Alegre.

Más niñas decidieron unirse al juego de fútbol junto a Martina, formando equipos mixtos donde todos podían participar sin importar su género. Los padres del pueblo también se sumaron animando desde las gradas y aplaudiendo cada gol marcado. Con el tiempo, los niños y las niñas aprendieron a trabajar juntos en equipo, respetándose y apoyándose mutuamente.

Descubrieron que no importaba si eran chicos o chicas; lo importante era divertirse juntos sin prejuicios ni estereotipos.

Así fue como Villa Alegre se convirtió en un lugar donde los niños y las niñas jugaban juntos sin barreras, celebrando la diversidad e inspirándose unos a otros para alcanzar sus sueños más grandes. Y todo gracias a Martina, la valiente niña que rompió moldes y demostró que cuando niños y niñas juegan juntos, pueden lograr cosas maravillosas.

FIN.

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