Martina y los perros



Había una vez una familia muy unida que vivía en una hermosa casa con un gran jardín.

La familia estaba compuesta por Natalia, la mamá; Esteban, el papá; Emilia, la hermana mayor y Martina, la pequeña bebé de 1 año y medio. Martina era una niña muy curiosa y activa que siempre quería explorar cosas nuevas. Un día, mientras jugaba en su hamaca favorita en el jardín, vio a unos perros corriendo por el vecindario.

Martina se emocionó mucho al verlos y comenzó a reírse y aplaudir. - ¡Mira mamá! ¡Perros! -gritó Martina emocionada. - Sí hija, son perros -respondió Natalia sonriendo-. Pero recuerda que no debemos acercarnos a ellos sin permiso de sus dueños.

Martina asintió con la cabeza pero seguía mirando fijamente a los perros mientras movía sus piernas en la hamaca.

Unos días después, mientras paseaban por el parque cercano a su casa, Martina vio nuevamente a uno de los perros que había visto desde su hamaca. El perro parecía amigable así que Martina decidió acercarse para jugar con él sin pensar en las palabras de su mamá.

- Hola perrito -dijo Martina extendiendo su mano hacia el animal- ¿Quieres jugar? El perro ladró felizmente y empezó a saltar alrededor de ella. Pero cuando intentó morderle los dedos del pie, Martina se asustó mucho y comenzó a llorar. - ¡Ayuda, ayuda! -gritó Martina mientras Natalia y Esteban corrían hacia ella.

Natalia rápidamente tomó a Martina en brazos mientras Esteban se acercaba al perro para alejarlo. Afortunadamente, el perro no había mordido a Martina pero la experiencia le había dejado muy asustada.

- ¿Estás bien mi amor? -preguntó Natalia preocupada mientras abrazaba a su hija. Martina asintió con la cabeza pero seguía llorando. Fue entonces cuando Emilia intervino y decidió enseñarle a su hermanita cómo interactuar de manera segura con los animales.

- Marti, siempre debes pedir permiso antes de tocar un animal desconocido -dijo Emilia-. Además, nunca debes ofrecerles comida ya que puede ser peligroso para ellos y para ti.

Martina escuchó atentamente las palabras de su hermana y comenzó a comprender la importancia de tener precaución al estar cerca de los animales. Desde ese día en adelante, siempre pedía permiso antes de acercarse a cualquier mascota y aprendió a disfrutar del contacto con ellos sin ponerse en riesgo.

La familia aprendió una valiosa lección sobre seguridad alrededor de los animales gracias a la curiosidad e imprudencia inicial de Martina. Todos se sintieron más unidos después del incidente y prometieron cuidar mejor uno del otro en el futuro.

FIN.

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