Martina y su Maravillosa Autenticidad
Había una vez una pequeña niña llamada Martina, que vivía en un tranquilo pueblito de Argentina. Martina era muy curiosa y siempre estaba dispuesta a aprender cosas nuevas.
Sin embargo, había algo que la preocupaba: se sentía sucia y usada. Martina solía jugar con algunos niños del pueblo que no eran muy buenos compañeros. Ellos siempre se ensuciaban mucho mientras jugaban y Martina terminaba con el hedor de sus cuerpos impregnado en su piel.
Esto la hacía sentir incómoda y triste. Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de su casa, Martina encontró a un sabio anciano llamado Don Nicolás.
El anciano notó la tristeza en los ojos de Martina y decidió acercarse a ella. "Hola, pequeña. Veo que algo te preocupa", dijo Don Nicolás con amabilidad. Martina bajó la cabeza avergonzada y respondió: "Sí, don Nicolás. Me siento sucia y usada cuando juego con mis amigos".
El anciano sonrió comprensivo y le dijo: "Martina, déjame contarte una historia sobre las flores". Martina levantó la mirada emocionada y escuchó atentamente al sabio anciano:"Hace muchos años, había un jardín lleno de hermosas flores.
Cada flor tenía su propio aroma único que las hacía especiales. Pero algunas flores no se sentían felices porque pensaban que el hedor de otras flores las contaminaba. ""Un día, todas las flores decidieron hablar sobre sus preocupaciones al sabio árbol del jardín.
Le dijeron que se sentían sucias y usadas por el aroma de las demás flores. "El sabio árbol sonrió y les respondió: "Queridas flores, cada una de ustedes tiene su propio aroma especial. No existe una flor mejor o peor que las demás.
Todas son hermosas a su manera. "Las flores reflexionaron sobre las palabras del sabio árbol y comprendieron que no debían compararse entre sí.
A partir de ese momento, comenzaron a aceptar sus aromas individuales y a disfrutar la diversidad del jardín. Martina miró al anciano con asombro y dijo: "Don Nicolás, ¿eso significa que no tengo que sentirme sucia o usada por el hedor de mis amigos?"El anciano asintió y respondió: "Exactamente, Martina.
Tú eres única y especial tal como eres. No debes permitir que los demás te hagan sentir incómoda. Aprende a valorarte a ti misma". Martina sonrió felizmente y abrazó al anciano para agradecerle sus sabias palabras.
A partir de ese día, Martina decidió rodearse de personas positivas, amables y respetuosas. Comenzó a jugar con niños que la trataban bien y se daba cuenta de lo maravillosa que era en realidad.
Desde entonces, Martina aprendió la importancia de aceptarse a sí misma sin importar lo que los demás pudieran pensar o decir sobre ella. Se dio cuenta de que su valor no dependía del hedor en su piel, sino de quién era en su interior.
Y así termina nuestra historia sobre Martina, una niña valiente e inspiradora quien aprendió a amarse y valorarse tal como era.
FIN.