Martina y su Sueño de Cantar
En un pueblito lleno de colores y risas, vivía una niña llamada Martina. Desde que era muy pequeña, Martina había sentido que la música era parte de su vida. Todas las noches, su mamá le cantaba canciones de cuna, y cada vez que escuchaba una melodía, sus ojos se iluminaban.
Un día, mientras paseaba por el parque, escuchó a una joven cantante actuando en una plaza. Su voz era tan hermosa que Martina se quedó hipnotizada. "Mamá, yo quiero ser como ella, quiero ser cantante"-, exclamó entusiasmada.
Su mamá sonrió y le dijo: "Claro que sí, Martina. Si es tu sueño, tenés que trabajar duro para conseguirlo"-. A partir de ese momento, Martina decidió que jamás se rendiría en su camino hacia la música.
Con la ayuda de su mejor amiga, Lola, comenzó a practicar todos los días. Martina se encerraba en su habitación, donde había decorado las paredes con posters de sus cantantes favoritos y un gran espejo. Ella se ponía a cantar frente al espejo, soñando que estaba en un gran escenario. "Hoy voy a cantar la canción más bonita de todas"-, se decía.
Sin embargo, no todo era fácil. Martina a veces se sentía insegura y dudaba de su talento. Un día, en la escuela, se organizó un concurso de talentos. "¡Martina, tenés que participar!"-, le dijo Lola. "Pero, ¿y si no le gusta a nadie?"-, respondió Martina con un tono de preocupación.
"¡No importa! Lo importante es que lo intentes. Recuerda que todos empezamos desde algún lugar y lo que cuentas con tu música es tu historia"-, insistió Lola, incentivando a su amiga. Así, tras mucho pensarlo, Martina decidió participar.
En la semana que siguió, practicó más que nunca. Los días pasaban volando, pero Martina también se sintió algo ansiosa. El día del concurso finalmente llegó. Cuando fue su turno de subir al escenario, sus manos temblaban. Miró a la multitud y, de repente, se acordó de las palabras de Lola: "Cada uno tiene su propia historia"-.
"¡Voy a cantar para todos!"-, gritó Martina, llenándose de valentía. Fue así que, al comenzar a cantar, su voz resonó por todo el teatro. La gente comenzó a aplaudir entusiasmada. "¡Bravo, Martina!"- gritó su mamá desde la primera fila, con lágrimas de alegría en sus ojos.
Al terminar, la multitud estalló en aplausos. Martina sintió una alegría inmensa; había disfrutado cada segundo. "¡Lo logré!"-, pensó, mientras sonreía de oreja a oreja. Aunque no ganó el primer lugar, recibió un gran premio: el cariño y apoyo de sus compañeros y la certeza de que podía lograr su sueño.
Después de ese día, Martina continuó cantando. Participó en otras presentaciones y, poco a poco, fue ganando más confianza. Un día, conoció a un productor musical en una de sus presentaciones. "Tienes un gran talento, Martina. Quisiera ayudarte a grabar tu primer disco"-, le dijo el productor.
¡Era un sueño hecho realidad! Con el apoyo de su familia y amigos, Martina trabajó duro para grabar su música. Finalmente, el día de su primer lanzamiento llegó. "No puedo creerlo, estoy tan nerviosa"-, le dijo a Lola, quien la acompañaba. "Recuerda, lo más importante es que disfrutes el momento"-, le aconsejó su amiga.
Ese día, amigos y familiares se reunieron para escuchar su primer disco. La felicidad de Martina fue inmensa. Estaba recibiendo cartas de fans que le agradecían por su música y le decían que la inspiraba a seguir sus propios sueños.
Pasaron los años, y Martina se convirtió en una talentosa cantante. Pero nunca olvidó sus orígenes. Siempre dedicaba tiempo a visitar su escuela, donde contaba su historia a los niños para que ellos también persiguieran sus sueños. "No hay límites para lo que podés lograr, solo tenés que creer en vos mismo y trabajar en ello"-, les decía.
Con el tiempo, Martina no solo se convirtió en una exitosa cantante, sino también en una fuente de inspiración para muchos. Y así, con su música y su corazón lleno de sueños, continuó llenando de alegría a todos a su alrededor.
FIN.