Martina y sus amigos del bosque



Había una vez en un hermoso pueblo rodeado de verdes praderas, vivía Martina, una niña alegre y curiosa que siempre estaba buscando nuevas aventuras para vivir.

Un día, mientras paseaba por el campo con sus papás, Martina vio a lo lejos un caballo marrón que parecía muy triste. "¡Miren ese caballo, papá! Parece tan triste. ¿Podemos acercarnos a ver qué le pasa?" -dijo Martina emocionada. Sus papás asintieron y se dirigieron hacia el caballo marrón.

Al acercarse, descubrieron que el animal tenía una pata lastimada y no podía moverse con facilidad. Martina sintió mucha compasión por él y decidió ayudarlo.

"Pobrecito caballito, vamos a cuidarte y curarte esa patita para que puedas correr libremente de nuevo" -dijo Martina con determinación. Con la ayuda de sus papás, Martina vendó la pata del caballo marrón y lo cuidó con mucho cariño durante varios días.

Poco a poco, el animal comenzó a recuperarse y su tristeza se transformó en alegría. Una mañana soleada, Martina decidió montar al caballo marrón por primera vez. Con la ayuda de sus papás, subió al animal y juntos emprendieron un emocionante paseo por el campo.

El viento fresco acariciaba sus rostros mientras galopaban entre los árboles y las flores silvestres. "¡Qué felices estamos juntos!" -exclamó Martina riendo a carcajadas mientras abrazaba al caballo marrón. El tiempo pasaba volando mientras disfrutaban de aquel maravilloso momento en familia.

De repente, escucharon unos gritos desesperados provenientes de un bosque cercano. Sin dudarlo, Martina guió al caballo marrón hacia el lugar de donde provenían los gritos. Al llegar allí, descubrieron a un pequeño zorro atrapado en una red cazadora.

El animalito lloraba asustado sin poder liberarse. Sin pensarlo dos veces, Martina descendió del caballo marrón e intentó liberar al zorro con la ayuda de sus papás. Después de unos minutos de esfuerzo conjunto lograron liberar al zorro atrapado.

El pequeño animal los miró agradecido antes de salir corriendo hacia el bosque en busca de su familia. "¡Lo logramos! ¡Salvamos al zorro gracias a tu valentía y determinación!" -dijeron los papás orgullosos mirando a Martina.

La noche caía sobre el campo cuando regresaron a casa montados en el fiel compañero: el caballo marrón. Todos estaban felices y llenos de gratitud por haber podido ayudar a esos seres indefensos.

Desde aquel día, Martina aprendió que la verdadera felicidad reside en ayudar a los demás sin importar las dificultades que puedan presentarse en el camino.

Y así fue como la valiente niña junto con su leal compañero equino vivieron muchas más aventuras llenas de amor y solidaridad en aquel hermoso pueblo rodeado de naturaleza.

FIN.

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