Más allá de la familia


En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y árboles frondosos, vivía Guada, una niña curiosa y alegre que tenía como mejor amigo a un conejo muy especial llamado Copito.

Guada y Copito eran inseparables, compartían juegos, secretos y aventuras juntos. Un día soleado de primavera, mientras jugaban en el campo, Guada y Copito se encontraron con una ardilla llamada Manchitas.

La ardilla les contó que había perdido su hogar debido a la tala de árboles en el bosque cercano y que ahora no tenía dónde vivir. Guada sintió mucha pena por Manchitas y decidió ayudarla.

"¡Copito, tenemos que hacer algo para ayudar a nuestra amiga Manchitas! ¿Qué te parece si le ofrecemos quedarse en nuestra madriguera por un tiempo?", propuso Guada entusiasmada. "¡Claro que sí! Será genial tener a Manchitas con nosotros", respondió Copito emocionado. Así fue como Manchitas se convirtió en parte de la pequeña familia formada por Guada, Copito y ella misma.

Juntos compartieron risas, historias y momentos inolvidables. Sin embargo, una tarde oscura de otoño, una tormenta azotó el pueblo y causó estragos en la madriguera donde vivían.

Guada estaba preocupada por el bienestar de sus amigos y decidió buscar un lugar seguro donde refugiarse. Fue entonces cuando recordó la casa del viejo señor Tomás, quien vivía al otro lado del río.

Sin dudarlo, Guada tomó la mano de Copito y Manchitas para emprender el viaje hacia la casa del anciano. Al llegar allí, tocaron a la puerta con timidez. El señor Tomás los recibió con sorpresa pero también con cariño al ver la determinación de Guada por proteger a sus amigos.

Les ofreció refugio en su hogar hasta que pasara la tormenta. "Gracias por cuidarnos, señor Tomás", dijo Guada con gratitud en su voz. "Es lo menos que puedo hacer por tan valientes amigos como ustedes", respondió el anciano sonriendo.

Durante los días siguientes, mientras esperaban a que amainara la tormenta, el señor Tomás les enseñó sobre las plantas del jardín e historias sobre tiempos pasados. Guada aprendió mucho junto a sus amigos gracias a la generosidad del anciano.

Finalmente, cuando el sol volvió a brillar en el cielo despejado, Guada supo que no importaba si no tenían una madriguera propia porque lo más importante era tenerse unos a otros.

Habían demostrado que la verdadera familia va más allá de los vínculos sanguíneos; se trata de estar ahí para apoyarse mutuamente en las buenas y malas circunstancias.

Y así fue como Guada entendió que La familia es lo más importante pero hay amigos que se convierten en familia también; aquellos compañeros leales con quienes puedes contar siempre sin importar qué pase.

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