Más allá de la meta


Había una vez un niño llamado Lisandro, que tenía 4 años y le encantaban los autos rojos eléctricos. Desde que era muy pequeño, siempre se emocionaba al verlos pasar por la calle.

Soñaba con tener su propio auto rojo algún día. Un día, mientras Lisandro estaba jugando en el parque con sus amigos, vio un cartel que anunciaba una carrera de autos para niños.

¡Esto lo emocionó mucho! Corrió a casa para contarle a su mamá sobre la carrera y pedirle permiso para participar. "¡Mamá, mamá! ¡Vi un cartel sobre una carrera de autos para niños! ¿Puedo participar?", preguntó Lisandro emocionado. Su mamá sonrió y le dijo: "Claro que sí, mi amor.

Pero primero debes prepararte bien". Lisandro sabía que necesitaba practicar mucho si quería ganar la carrera.

Así que todos los días después del colegio, se ponía su casco y salía al patio trasero a correr como si estuviera en una pista de carreras. Un día, mientras estaba entrenando en el jardín trasero, encontró una caja llena de crayones y papel. Esto le dio una idea brillante: podría diseñar su propio auto rojo en lugar de esperar a tener uno real.

Lisandro pasó horas dibujando y pintando diferentes diseños de autos rojos eléctricos en sus hojas de papel. Cada diseño era más creativo y colorido que el anterior.

Cuando llegó el día de la carrera, Lisandro llevó consigo uno de sus dibujos favoritos del auto rojo eléctrico que había creado. Estaba emocionado por mostrarle a todos su increíble diseño. La carrera comenzó y Lisandro estaba en medio de la competencia, corriendo junto a otros niños con sus autos de juguete.

Pero algo inesperado sucedió: el auto rojo eléctrico de Lisandro se descompuso. "¡Oh no! ¡Mi auto se detuvo!", exclamó Lisandro frustrado.

Sus amigos lo animaron y le dijeron que no se preocupara, que aún podía ganar la carrera sin un auto. Entonces, Lisandro tuvo una idea genial. Tomó su dibujo del auto rojo eléctrico y lo sostuvo en alto mientras corría hacia la línea de meta.

Los espectadores quedaron asombrados al ver a Lisandro correr con tanto entusiasmo y determinación con su dibujo en lugar de un auto real. Todos comenzaron a aplaudirlo y animarlo mientras cruzaba la línea de meta.

Lisandro había demostrado que no necesitaba tener un auto real para disfrutar de las carreras. Lo importante era divertirse y hacer todo lo posible para alcanzar sus sueños. Después de la carrera, Lisandro recibió una medalla especial por su creatividad y espíritu deportivo.

Estaba muy orgulloso de sí mismo y compartió su premio con sus amigos, quienes también habían hecho cosas increíbles durante la carrera. Desde ese día en adelante, Lisandro siguió pintando y dibujando autos rojos eléctricos.

A medida que crecía, nunca perdió esa pasión por los autos ni por las carreras, pero siempre recordó que lo más importante era disfrutar del viaje sin importar el resultado final.

Y así, Lisandro creció siendo un niño inspirado y creativo, siempre dispuesto a perseguir sus sueños y compartir su alegría con los demás.

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