más que Messi
Había una vez un niño llamado Mateo que era apasionado por el fútbol. Desde muy pequeño, soñaba con ser como su ídolo, Lionel Messi, y marcar goles increíbles en cada partido.
Mateo entrenaba todos los días para mejorar sus habilidades y se esforzaba al máximo en cada encuentro. Un día, mientras estaba jugando en el parque con su primo mayor Agustín, Mateo notó que no tenía mucho apetito.
La comida no le parecía tan deliciosa como siempre y dejaba la mayoría de los alimentos en su plato. Agustín, preocupado por su primo menor, decidió preguntarle qué le pasaba. "Mateo, noto que últimamente no tienes muchas ganas de comer ¿Qué te ocurre?"- preguntó Agustín con curiosidad.
Mateo suspiró y miró a su primo con tristeza. "Es que no tengo hambre"- respondió él. "Y además... me da miedo comer demasiado". Agustín frunció el ceño sin entender. "¿Miedo? ¿Por qué tendrías miedo de comer?"- cuestionó.
Mateo explicó que había escuchado decir a alguien que si comía demasiado, nunca podría ser tan bueno como Messi. Eso lo preocupaba porque deseaba ser un gran futbolista como él.
Agustín sonrió comprensivamente y colocó una mano sobre el hombro de Mateo. "Escucha, Mateo: eso es solo un mito"- afirmó tranquilizadoramente. "La comida nos da energía para jugar mejor al fútbol. Si tenemos una buena alimentación equilibrada, podremos rendir más en el campo.
No se trata de comer como Messi, sino de alimentarse correctamente para cuidar nuestro cuerpo". Mateo asintió con curiosidad y sus ojos se iluminaron. "¿En serio?"- preguntó esperanzado. Agustín asintió y añadió:"Exactamente.
Messi es un gran jugador porque además de su talento, también cuida su cuerpo con una buena alimentación. Pero eso no significa que si tú comes igual que él, te convertirás en un futbolista tan increíble como él.
Cada uno tiene su propio camino y estilo único". Mateo reflexionó sobre las palabras de Agustín y decidió confiar en su primo mayor.
A partir de ese día, comenzó a disfrutar nuevamente de la comida sin preocupaciones y aprendió a equilibrar su dieta para asegurarse de tener la energía necesaria para jugar al fútbol. Con el tiempo, Mateo siguió entrenando arduamente y mejorando sus habilidades en cada partido. Descubrió que lo más importante era divertirse jugando al fútbol y dar siempre lo mejor de sí mismo.
Un día, mientras participaba en un torneo local, Mateo sorprendió a todos con un gol espectacular desde fuera del área. Sus amigos lo felicitaron emocionados por ese increíble logro. "¡Ese fue un golazo!"- exclamaron llenos de admiración.
Mateo sonrió orgulloso pero recordó las enseñanzas de Agustín. "Gracias chicos, pero recuerden que no es solo el gol lo importante, sino cómo nos divertimos jugando juntos"- respondió humildemente.
Desde aquel día, Mateo continuó creciendo como futbolista y siempre recordaba que el fútbol era más que solo marcar goles. Aprendió a disfrutar del juego, a valorar la importancia de una buena alimentación y a ser fiel a sí mismo, sin compararse con nadie más.
Y así, Mateo siguió su camino en el fútbol, dejando huella en cada partido no solo por sus habilidades, sino también por su pasión y espíritu deportivo.
FIN.