Mateo and the Courageous Crossing



Había una vez un niño llamado Mateo, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Su abuela vivía al otro lado del río, y hoy era su cumpleaños. Mateo estaba muy emocionado por visitarla y celebrar juntos.

El único problema era que el puente que conectaba ambos lados del río había sido dañado durante una tormenta reciente. Mateo se acercó al puente y vio cómo los tablones estaban rotos y colgando peligrosamente sobre el agua.

Mateo pensó en varias soluciones para llegar a la casa de su abuela. Primero intentó construir un bote con algunos troncos, pero no tenía suficiente fuerza para empujarlo hasta el otro lado del río.

Luego pensó en nadar, pero el agua estaba fría y temía que algo malo pudiera pasarle.

Desanimado, caminó por la orilla del río buscando alguna idea cuando escuchó una voz proveniente de debajo del puente: "¡Hola Mateo! ¿Necesitas ayuda?"Sorprendido, Mateo miró hacia abajo y vio a una simpática nutria asomando su cabeza desde el agua. "¡Hola amiga nutria! Sí, necesito cruzar este río para llegar a la casa de mi abuela que cumple años hoy", respondió Mateo.

La nutria sonrió amablemente y le dijo: "No te preocupes, tengo una idea". La nutria le explicó a Mateo sobre unas rocas escondidas bajo el agua cerca del puente dañado.

Le mostró dónde estaban ubicadas y cómo podía saltar de una roca a otra para cruzar el río. Mateo se animó y decidió seguir el consejo de la nutria. Con cuidado, saltó de una roca a otra, siguiendo las instrucciones precisas que la nutria le había dado.

Cada salto era un desafío, pero Mateo estaba decidido a llegar hasta su abuela. Cuando finalmente llegó al otro lado del río, Mateo se sintió muy orgulloso de sí mismo por haber encontrado una solución creativa para cruzar el puente dañado.

Corrió hacia la casa de su abuela con una gran sonrisa en su rostro. Al entrar, todos los miembros de la familia estaban allí para sorprender a la abuela en su cumpleaños.

Todos cantaron "Feliz Cumpleaños" y disfrutaron juntos de un delicioso pastel. Después de celebrar, Mateo miró a su abuela y le dijo: "Abuela, aprendí algo importante hoy. A veces nos encontramos con obstáculos en nuestro camino, pero si somos valientes y buscamos soluciones creativas, siempre podemos superarlos".

La abuela sonrió con ternura y acarició la cabeza de Mateo. "Tienes toda la razón, querido", respondió ella. "Nunca te rindas frente a los desafíos que encuentres en tu vida.

Siempre hay una manera de superarlos si tienes fe en ti mismo". Desde ese día en adelante, Mateo recordaría esa valiosa lección cada vez que enfrentara dificultades en su camino.

Y siempre estaría agradecido por el día que aprendió a cruzar puentes rotos con la ayuda de una amiga nutria y su valentía.

FIN.

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