Mateo, el loro parlanchín y sus amigos perdidos



Había una vez un loro llamado Mateo que vivía en la selva. Mateo era muy especial porque tenía la habilidad de hablar y entendía todo lo que las personas decían.

Era un loro parlanchín y siempre estaba buscando nuevas palabras para aprender. Un día, mientras volaba por el bosque, Mateo escuchó unas voces tristes provenientes de un árbol cercano. Se acercó rápidamente para ver qué estaba pasando y descubrió a dos monos llorando.

"¿Qué les sucede?" -preguntó Mateo con curiosidad. Los monos se sorprendieron al escuchar a un loro hablar y explicaron que habían perdido a su mejor amigo, otro mono llamado Lucas, quien había desaparecido misteriosamente esa mañana.

Mateo sintió mucha empatía por los monos y decidió ayudarlos a encontrar a Lucas. Utilizando su aguda audición, comenzó a escuchar atentamente los sonidos de la selva en busca de alguna pista. Después de unos minutos, captó el sonido lejano de una risa familiar.

"¡Escuchen! ¡Creo que oí la risa de Lucas!" -exclamó emocionado Mateo. Los monos se llenaron de esperanza y siguieron el sonido hasta llegar a una cueva oculta detrás de unas lianas.

Al entrar en la cueva, encontraron a Lucas jugando felizmente con otros animales del bosque. "¡Lucas! ¡Te hemos encontrado!" -gritaron los monos emocionados. Lucas se sorprendió al verlos pero rápidamente se dio cuenta del amor y preocupación que sus amigos sentían por él.

Explicó que había decidido explorar la cueva y se había perdido en el camino de regreso. Agradecidos por la ayuda de Mateo, los monos invitaron al loro a unirse a su grupo de amigos.

A partir de ese día, Mateo y los monos se convirtieron en inseparables compañeros. Juntos, disfrutaron de muchas aventuras en la selva y aprendieron el valor de la escucha activa, la comunicación y la empatía.

Mateo también enseñó a sus nuevos amigos sobre las diferentes palabras que conocía. Los monos estaban fascinados por todas las cosas interesantes que Mateo podía decirles. Con el tiempo, Mateo se dio cuenta de que no solo era importante hablar sino también escuchar con atención a los demás.

Descubrió que escuchar activamente permitía comprender mejor las necesidades y emociones de sus amigos. Desde aquel día, Mateo siguió siendo un loro parlanchín pero también se convirtió en un gran oyente.

Su habilidad para comunicarse abierta y empáticamente hizo del mundo un lugar más hermoso tanto para él como para todos aquellos con quienes interactuaba.

Y así, gracias a su amistad y su capacidad única de comunicación, Mateo demostró que incluso el ave más parlanchina puede aprender lecciones valiosas sobre escucha activa, amistad, comunicación y empatía.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!