Había una vez, en un rincón lejano del bosque, un monstruo llamado Mateo.
A diferencia de lo que la gente pensaba de los monstruos, Mateo era un ser bondadoso, con grandes ojos verdes y pelaje azul como el cielo.
Él vivía en una cueva acogedora, llena de libros y juguetes.
A Mateo le encantaba ayudar a los niños a soñar y a tener la mejor noche de descanso.
Un día, mientras recorriendo el bosque, Mateo oyó a una niña que lloraba.
Era Lila, una niña del pueblo cercano que siempre perdió la esperanza en los sueños.
- "¿Por qué lloras, pequeña?" - preguntó Mateo, con su voz suave y cálida.
- "No puedo dormir porque tengo miedo de los monstruos bajo mi cama," - sollozó Lila.
Mateo se agachó y le sonrió.
- "Pero yo soy un monstruo, y no todos los monstruos son malos.
¿Por qué no me cuentas sobre tus sueños?"
Lila, sorprendida, se limpió las lágrimas y empezó a hablar.
- "Sueño con volar y conocer príncipes y princesas.
Pero siempre me despierto antes de llegar allí.
"
Mateo pensó un momento y le respondió: - "Podemos hacer un trato.
Yo te ayudaré a soñar y tú me cuentas tus aventuras.
Así yo también aprenderé sobre el mundo de los sueños.
¿Qué dices?"
Lila asentó con la cabeza, un poco insegura pero emocionada a la vez.
Esa noche, Mateo la invitó a su cueva llena de estrellas de papel y luces que titilaban.
- "Vamos a preparar un hechizo de sueños.
Cierra los ojos y piensa en todo lo que te gustaría hacer en tus aventuras.
"
Mientras Lila cerraba los ojos, Mateo la rodeó con suavidad y empezó a contarle historias fantásticas, llenas de criaturas mágicas y paisajes maravillosos.
- "Había una vez un dragón amistoso que volaba con una unicornio.
Juntos viajaban a un reino donde todo era posible.
.
.
"
Lila escuchaba fascinada.
De a poco se fue relajando, y aunque sentía un poco de miedo al comienzo, Mateo la hacía sentir segura.
Al día siguiente, Lila despertó con una enorme sonrisa.
- "¡Mateo!
Tuve el sueño más hermoso!"
Mateo se emocionó al escucharla.
- "¿Qué fue lo que viste?"
- "¡Volé sobre un arcoíris!" - dijo Lila.
- "Y conocí a un unicornio.
Eran tan lindos!"
Cada noche, Lila regresaba a la cueva de Mateo.
Fue aprendiendo a dejar de lado sus miedos con cada cuento que escuchaba.
Así, se hicieron grandes amigos.
Notando su felicidad, Mateo decidió que era hora de hacer algo especial.
- "Lila, ¿qué tal si llevamos tu alegría a otros niños que también tienen miedo?"
Lila, emocionada, respondió: - "¡Sí!
Podemos visitar a los chicos del pueblo y contarles sobre nuestros sueños.
"
Juntos, comenzaron a visitar cada casa.
Mateo se presentaba y les decía.
- "Soy Mateo, el monstruo de los sueños, y estoy aquí para ayudarles a volar en su imaginación.
"
Los niños, al principio asustados, observaban a Mateo sin saber qué pensar.
Pero luego, Lila se adelantaba y les contaba sus aventuras.
- "Los monstruos no son solo para asustar.
Son amigos!"
Al escuchar las historias, los niños comenzaron a relajarse.
Uno a uno se animaron a cerrar los ojos y soñar junto a Mateo.
Así, Mateo y Lila viajaron de casa en casa, convirtiendo el miedo en sonrisas y sueños.
Con cada risa que compartían, Mateo se dio cuenta de que había encontrado su propósito: hacer que el mundo de los sueños fuera un lugar divertido y seguro para todos los niños.
Pero un día, Mateo escuchó que había un monstruo que asustaba a los niños en un pueblo cercano.
- "¿Por qué no vamos a ayudarlo?" - preguntó Lila entusiasmada.
- "Puede que solo necesite un amigo.
Vamos juntos," - respondió Mateo, decidido.
Al llegar, vieron a un monstruo grande y animal que se escondía en las sombras.
Lila se acercó y le dijo:
- "Hola, amigo.
No tienes que asustar a nadie.
¿Por qué no vienes a jugar y a soñar con nosotros?"
El monstruo, sorprendido, contestó: - "¿Jugar?
Yo pensaba que los niños solo corrían de miedo cuando me veían.
"
Mateo, con un tono amable, le dijo: - "Los monstruos pueden ser amigos, también.
Ven con nosotros, te enseñaremos a soñar.
"
Así fue como se unieron, y el monstruo se volvió parte del grupo.
Aprendieron que a veces los miedos nacen de la ignorancia.
Al final, todos pudieron volar sobre arcosíris y vivir aventuras increíbles.
Desde ese día, Mateo nunca volvió a sentirse solo.
Gracias a su amistad con Lila y el nuevo monstruo, descubrieron que la verdadera fuerza está en la bondad y en compartir los sueños.
Y así, continuaron llevando risas, sueños y colores al mundo.
- "¡Nunca olvides que los monstruos también tienen corazón!" - decía Mateo mientras todos se preparaban para una nueva aventura.
Y así, el monstruo de los sueños, Mateo, se convirtió en el mejor amigo de los niños, mostrando que en cada rincón de la oscuridad puede haber luz y alegría.
Fin.