Mateo en busca de la paz interior



En un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza vivía Mateo, un niño curioso y soñador que siempre miraba las estrellas con fascinación.

Una noche, mientras observaba el cielo desde su ventana, vio una estrella fugaz y cerró los ojos para pedir un deseo. Al abrirlos, se encontró en medio de un universo lleno de planetas y colores brillantes. Estaba asombrado por la belleza a su alrededor y decidió explorar aquel extraño lugar.

Pronto se dio cuenta de que cada planeta representaba una emoción: la alegría, la tristeza, el miedo, la calma y muchos más. Mateo decidió visitar el planeta de la alegría primero.

Era un lugar lleno de risas y colores vibrantes donde todos bailaban y cantaban felices. "¡Qué divertido es este planeta!"- exclamó Mateo mientras se unía a la celebración. Luego, decidió ir al planeta del miedo. Este era oscuro y sombrío, con criaturas temibles acechando en cada rincón.

Mateo sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, pero recordó que el miedo no debía detenerlo nunca. Con valentía, enfrentó sus temores y logró salir ileso. Después de explorar varios planetas más, llegó al planeta de la creatividad.

Aquí todo era posible: los árboles hablaban, los peces volaban y las nubes cambiaban de forma constantemente. Mateo se sintió inspirado a crear cosas maravillosas con su imaginación.

Pero pronto descubrió que había un problema en el universo: algunos planetas estaban en conflicto unos con otros, causando caos y tristeza entre sus habitantes. Mateo sabía que tenía que hacer algo al respecto. Decidió hablar con los líderes de cada planeta para encontrar una solución pacífica.

Con empatía y comprensión logró reconciliar a los planetas enfrentados, demostrándoles que juntos podían convivir en armonía respetando sus diferencias.

Al final de su aventura interplanetaria, Mateo regresó a Villa Esperanza con una lección importante aprendida: todas las emociones son parte natural de la vida y es importante saber manejarlas adecuadamente para vivir en paz consigo mismo y con los demás. Desde entonces, todas las noches antes de dormir, Mateo seguía mirando las estrellas desde su ventana recordando su increíble viaje por El Universo De Mateo.

FIN.

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