Mateo y el dragón Eduardo



En un reino lejano y mágico, en la época medieval, vivía un valiente niño llamado Mateo. Desde pequeño, soñaba con encontrar un dragón que pudiera ser su amigo, al que nombraría Eduardo.

Sus días transcurrían entre entrenamientos de caballero y fantasías. Mateo pasaba horas imaginando las aventuras que viviría junto a su dragón. Soñaba con volar sobre el reino y explorar lugares mágicos.

A pesar de las burlas de otros niños, Mateo no perdía la esperanza de encontrar a su amigo dragón. Un día, durante una caminata por el bosque, Mateo escuchó un suave rugido proveniente de una cueva. Con valentía, se acercó y descubrió a un pequeño dragón atrapado entre las rocas.

Mateo no dudó en ayudarlo, liberándolo con cuidado. El dragón, agradecido, le dio las gracias y se presentó como Eduardo. Desde entonces, Mateo y Eduardo se convirtieron en inseparables amigos. Juntos, vivieron emocionantes aventuras, ayudando a otros seres mágicos del reino y protegiendo a quienes lo necesitaban.

A medida que pasaba el tiempo, Mateo aprendió la importancia de la valentía, la amistad y la lealtad, valores que compartió con su amigo dragón.

Al final, Mateo comprendió que, a veces, los sueños se hacen realidad con un poco de valentía y determinación. Eduardo le enseñó que la verdadera amistad y el valor no conocen límites, y juntos demostraron que la unión hace la fuerza, sin importar lo imposible que parezca.

Desde entonces, Mateo y Eduardo se convirtieron en leyendas del reino, recordados por su valentía y amistad inquebrantable.

FIN.

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