Mateo y el Gran Bosque de los Derechos
Era una vez, en un pequeño pueblo llamado Solbrillante, un niño llamado Mateo. Mateo era un chico curioso y aventurero que adoraba explorar el Gran Bosque que se encontraba al final de su calle. Un día soleado, decidió que era el momento ideal para adentrarse en el bosque y descubrir sus secretos.
Mientras caminaba entre los árboles altos y frondosos, Mateo se encontró con una ardilla llamada Tizón, que lo miró con gran curiosidad.
"Hola, ¿quién sos?" - preguntó Tizón.
"Soy Mateo, un chico del pueblo. Me gusta explorar. ¿Qué hacés por aquí?" - respondió Mateo, emocionado.
"Estoy recolectando nueces, pero popularmente se dice que aquí también vive un dragón que se roba nueces de los animales" - dijo Tizón, bajando la voz.
Intrigado, Mateo decidió seguir a Tizón, quien lo llevó a un claro rodeado de árboles. En el centro, había una gran roca con las palabras: "Aquí vive el Dragón de las Fronteras".
"¿Qué significa eso?" - preguntó Mateo.
"Significa que este dragón protege el espacio personal de todos. Si alguien quiere jugar o interactuar y no le gusta, puede decir ‘no’ y el dragón lo respeta. Sus derechos son sagrados" - explicó Tizón.
Mientras conversaban, de repente apareció el Dragón de las Fronteras. Era un dragón inmenso, con escamas brillantes y ojos gentiles.
"Hola, pequeños. ¿Qué los trae por aquí?" - preguntó el dragón con una voz amigable.
"Escuchamos que proteges nuestro espacio personal y nuestros derechos, Dragón" - dijo Mateo, un poco nervioso.
"Así es, Mateo. Mi trabajo es asegurarme de que todos se sientan cómodos y respetados. Pueden decir ‘no’ cuando algo no les gusta. Pero hoy, tengo un reto para ustedes." - comentó el dragón, deslumbrando a los niños.
"¿Un reto? ¿Cuál?" - preguntó Tizón, moviendo su colita nerviosamente.
"Voy a invitar a varios animales del bosque a una fiesta. Pero hay un pequeño desafío: cada uno de ustedes deberá decir ‘no’ a algo que no les guste. Atentos, porque voy a hacer algunas propuestas y veré si pueden ser firmes en sus decisiones. ¿Listos?" - añadió el dragón, sonriendo.
Los niños asintieron, listos para el desafío.
"Primero, invito a un conejo muy tierno que quiere que todos le den un abrazo, pero quizás no a todos les guste eso. ¿Alguien quiere abrazarlo?" - preguntó el dragón.
Mateo pensó y dijo:
"No, no quiero, prefiero conocerlo primero."
"¡Excelente, Mateo! Tu derecho a decidir ha sido respetado" - respondió el dragón, aplaudiendo.
Para la próxima ronda, el dragón invitó a un búho sabio que ofrecía compartir su comida, pero algunos animales no tenían hambre.
"Yo digo que no, no tengo ganas de comer ahora" - dijo Tizón.
"¡Muy bien! ¡Tizón se ha mantenido firme!" - exclamó el dragón, mostrando su aprobación.
Así continuó la fiesta, donde los animales fueron invitados a proponer diferentes actividades. Mateo y Tizón se sintieron cada vez más seguros en expresar sus deseos y negarse a participar en lo que no les gustaba.
"Esto es divertido, Dragón. Gracias por enseñarnos sobre nuestros derechos!" - dijo Mateo mientras se reía.
"De nada, pequeños. Siempre recuerda que cada uno de ustedes tiene derecho a su espacio personal y a decidir lo que quieren o no. Eso es muy importante en todas las relaciones" - respondió el dragón, sonriendo con benevolencia.
Al finalizar el juego, los niños comprendieron que su voz era importante y que podían hacer valer sus deseos sin temor. Era hora de regresar a casa, pero esta vez, Mateo se sentía más seguro y confiado.
"Hoy he aprendido algo valioso. Gracias, Dragón de las Fronteras y Tizón. Siempre tendré claro que puedo decir ‘no’ cuando no me siento cómodo" - dijo Mateo con una gran sonrisa.
"Yo también, Mateo. Este bosque me enseñará a cuidar mis derechos" - sostuvo Tizón, dando una vuelta entusiasmada.
Antes de despedirse, el Dragón añadió:
"Recuerden siempre que el respeto a uno mismo y a los demás es la clave para una vida plena. Vengan cuando quieran a visitarme, estaré aquí para seguir ayudándolos" - concluyó el dragón, mientras los niños emprendían su camino de regreso al pueblo.
Y así, Mateo y Tizón, no solo aprendieron sobre sus derechos y el espacio personal, sino que también se hicieron amigos del Dragón de las Fronteras, quien siempre estaría ahí para recordarles lo importantes que eran sus decisiones. Fin.
FIN.