Mateo y el río de los sueños
Había una vez un niño llamado Mateo que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas, ríos y bosques verdes. Era un chico curioso y siempre le gustaba explorar la naturaleza que lo rodeaba. Un día, mientras paseaba por el bosque, decidió acercarse a un estanque que había cerca del río. Lo que vio lo dejó sorprendido y triste al mismo tiempo.
- ¡Oh no! - exclamó Mateo al ver la basura flotando en el río. - Esto no puede seguir así.
El río, que solía ser un lugar donde pescaban y jugaban, estaba lleno de bolsas, botellas y otros desechos. Mateo se sentó en la orilla, pensando en cómo podría ayudar a su querido río. En ese momento, se le ocurrió una idea brillante.
- ¡Ya sé! - dijo emocionado, mientras se levantaba. - Haré una campaña de limpieza. ¡Necesito a mis amigos!
Esa tarde, fue corriendo a buscar a sus amigos Lucas, Sofía y Tomás. Los reunió en la plaza del pueblo.
- Chicos, encontré un desastre en el río. ¡Debemos hacer algo al respecto! - les contó Mateo con entusiasmo.
- Pero, ¿qué podemos hacer? Es mucha basura - dijo Sofía, un poco desanimada.
- Juntos podemos limpiarlo, y además, invitemos a todos los demás del pueblo. ¡Hagamos un gran evento! - propuso Mateo, levantando los brazos.
Los amigos empezaron a trabajar en su plan y decidieron organizar una "Gran Limpieza del Río". Hicieron afiches coloridos y los pegaban por todo el pueblo. La semana siguiente, el día de la gran limpieza llegó. Muchos niños y adultos se unieron a Mateo y sus amigos, todos listos con guantes y bolsas.
- ¡Muchas gracias a todos por venir! - gritó Mateo con una sonrisa amplia. - Juntos podemos hacer una gran diferencia.
Así comenzaron a recoger la basura. La mañana transcurrió llena de risas y cantos, a medida que sacaban todo tipo de desechos del río. Sin embargo, a medida que avanzaban, se dieron cuenta de que no solo era la basura lo que afectaba al río, sino también la falta de conciencia sobre el cuidado del medio ambiente.
- ¿Qué les parece si hacemos carteles sobre cómo cuidar el río y los bosques? - sugirió Lucas.
- ¡Sí! Es importante que todos aprendan a no tirar basura - respondió Tomás, entusiasmado.
Así que después de la limpieza, los chicos se pusieron a trabajar en crear carteles didácticos sobre el cuidado del medio ambiente. Usaron dibujos y mensajes simples para que todos pudieran entender. Cuando terminaron, los colgaron por todo el pueblo y decidieron hacer una pequeña exposición en la plaza.
La gente del pueblo quedó impresionada con el trabajo de Mateo y sus amigos. Todos se unieron a la causa y prometieron cuidar el río y enseñar a otros sobre la importancia de no tirar basura.
- Mateo, hiciste algo increíble - dijo Sofía, sonriendo. - Nunca imaginé que podríamos hacer una diferencia así.
- Lo hicimos juntos - respondió Mateo, disfrutando de la felicidad que habían creado.
Desde ese día, el pueblo empezó a florecer de nuevo. Mateo y sus amigos siguieron organizando eventos para cuidar del medio ambiente y enseñar a los demás. Todos aprendieron que la naturaleza es un regalo que debe ser protegido.
A medida que pasaron los años, el río volvió a ser un lugar hermoso, lleno de vida y alegría. Y todo comenzó con la determinación de un niño que simplemente quería un río más limpio.
Y así, Mateo y sus amigos se convirtieron en los guardianes del río, recordando siempre que juntos, podían lograr cosas grandiosas. Y cada vez que miraban el río limpio y brillante, sonreían, sabiendo que habían hecho la diferencia.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.