Mateo y la bruja malvada



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, un niño llamado Mateo. Mateo era un niño muy amable y siempre trataba a los demás con respeto y cariño.

Le gustaba ayudar a las personas mayores, jugar con sus amigos y escuchar a los demás cuando tenían problemas. Un día, mientras caminaba por la plaza del pueblo, vio a un nuevo niño sentado solo en una banca.

Se acercó tímidamente y le preguntó:- Hola, ¿cómo te llamas? El niño nuevo levantó la cabeza y respondió con voz triste:- Me llamo Lucas, pero no tengo amigos aquí. Mateo se sintió muy apenado por Lucas y decidió hacer algo al respecto.

Le dijo:- ¡No te preocupes! Yo seré tu amigo. En este pueblo todos somos amables entre nosotros. Lucas sonrió tímidamente y aceptó la oferta de amistad de Mateo. A partir de ese momento, los dos niños se volvieron inseparables.

Jugaban juntos todos los días y compartían risas e historias. Pero un día, algo extraño sucedió en el pueblo. La gente comenzó a comportarse mal entre ellos: se empujaban en la calle, no se saludaban y hasta llegaron a decirse palabras hirientes.

Mateo estaba desconcertado por este cambio repentino en el ambiente del pueblo. Decidió investigar qué estaba pasando para poder solucionarlo.

Se enteró de que había llegado al pueblo una bruja malvada llamada Malicia que había lanzado un hechizo sobre Villa Feliz para sembrar discordia entre sus habitantes. Mateo sabía que tenía que hacer algo para contrarrestar el hechizo de Malicia y devolver la armonía al pueblo. Así que se reunió con Lucas y juntos idearon un plan.

Decidieron organizar una fiesta en la plaza del pueblo, invitando a todos los habitantes. Querían demostrarles lo divertido que era estar juntos y cómo podían disfrutar de la compañía de los demás.

El día de la fiesta llegó y Mateo y Lucas estaban emocionados. Decoraron la plaza con globos coloridos, prepararon juegos divertidos y hasta cocinaron galletas deliciosas para compartir. Cuando los habitantes del pueblo llegaron a la fiesta, se sorprendieron al ver cómo habían cambiado las cosas.

La alegría volvió a sus rostros mientras jugaban, bailaban y compartían risas. Poco a poco, el hechizo de Malicia comenzó a desvanecerse gracias al buen trato entre los habitantes.

La bruja malvada se dio cuenta de que su plan había fallado y decidió abandonar Villa Feliz para siempre. Desde aquel día, Villa Feliz volvió a ser un lugar lleno de amabilidad y respeto.

Todos aprendieron la importancia del buen trato entre ellos y cómo eso podía cambiar sus vidas para mejor. Mateo se convirtió en un héroe local por haber salvado el pueblo del hechizo malvado. Pero lo más importante para él fue ver cómo todos vivían felices nuevamente gracias al poder del buen trato entre ellos.

Y así es como Mateo enseñó al mundo entero que el buen trato puede superar cualquier obstáculo e iluminar el camino hacia la felicidad.

Desde entonces, en Villa Feliz, todos aprendieron a valorarse y respetarse mutuamente, construyendo una comunidad unida y llena de amor. .

FIN.

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