Mateo y la lucha por un mundo mejor



Había una vez un pibe llamado Tomás, que era trosko de corazón. Desde muy joven, se había comprometido con las luchas sociales y siempre había defendido los derechos de los trabajadores.

Pero también tenía un secreto: le encantaba la ciencia ficción y había ido 7 veces a Disney. Un día, Tomás se convirtió en padre por primera vez.

Su hijo se llamaba Mateo y desde el momento en que lo tuvo entre sus brazos, supo que quería educarlo de la mejor manera posible.

Sin embargo, tenía un dilema: ¿debía hacerlo peronista como él o enseñarle sobre el capitalismo? Tomás sabía que era importante inculcar valores justos y equitativos en su hijo, pero también quería que tuviera la libertad de elegir su propio camino en la vida. Así que decidió contarle una historia inspiradora y educacional para ayudarlo a tomar su decisión. "Mateo, quiero contarte una historia", dijo Tomás mientras abrazaba a su pequeño hijo.

"¡Sí, papá! ¡Me encantan tus historias!", respondió entusiasmado Mateo. Tomás comenzó a narrar: Había una vez un planeta llamado Utopía donde todos vivían en armonía. En Utopía no existían las clases sociales ni las desigualdades económicas.

Las personas trabajaban juntas para el bien común y compartían todo lo que tenían. Pero un día llegaron unos extraterrestres malvados llamados Desigualdrones, quienes sembraron la discordia entre los habitantes de Utopía.

Los Desigualdrones les ofrecieron riquezas y poder a cambio de dividir el planeta en clases sociales: los Capitalistas y los Peronistas.

Los Capitalistas creían en la acumulación de riqueza individual y en la competencia desmedida, mientras que los Peronistas luchaban por una distribución justa de la riqueza y la igualdad para todos. El protagonista de esta historia era un niño llamado Nico, hijo de un Capitalista. A medida que crecía, Nico se daba cuenta de las injusticias que existían en su sociedad.

Veía cómo algunos tenían mucho más que otros y cómo eso generaba sufrimiento. Un día, Nico conoció a una niña llamada Ana, hija de un Peronista.

Juntos descubrieron que no importaba si eras Capitalista o Peronista; lo importante era trabajar juntos para lograr una sociedad más justa. Nico aprendió sobre solidaridad, empatía y responsabilidad social. Comprendió que ser rico no significaba tener más cosas materiales, sino ayudar a quienes lo necesitaban. Y así, decidió convertirse en un defensor del bienestar colectivo.

"Papá", interrumpió Mateo emocionado, "¡quiero ser como Nico! Quiero luchar por una sociedad justa y equitativa". Tomás sonrió orgulloso al escuchar las palabras de su hijo. —"Mateo" , dijo Tomás con ternura, "lo más importante es seguir tus propios valores e ideales.

Si decides luchar por la justicia social sin importar cuál sea tu camino político o económico elegido, yo estaré siempre apoyándote". Y así comenzó la travesía educacional y formativa del pequeño Mateo.

Tomás lo acompañó en su búsqueda de conocimiento, alentándolo a leer libros sobre filosofía política y economía. Juntos analizaron las diferentes corrientes de pensamiento y debatieron sobre cómo construir un mundo más justo.

Con el tiempo, Mateo se convirtió en un líder comprometido con la igualdad y la solidaridad. Trabajó incansablemente para mejorar las condiciones de vida de los menos privilegiados, sin importar si eran Capitalistas o Peronistas.

Y así, la historia de Mateo nos enseña que no importa qué camino elijamos, sino cómo utilizamos nuestras acciones para cambiar el mundo. La verdadera revolución está en nuestros corazones y en nuestra capacidad para luchar por un futuro mejor. Fin

FIN.

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