Mateo y la Luna de Saturno



Era un hermoso día en Saturno, y el Robot Mateo, conocido por su simpatía y su amor por lo reciclable, se encontraba en su taller de planetas vecinos. Mateo tenía un gran corazón mecánico y dedicaba sus días a recolectar objetos desechados para convertirlos en maravillosos juguetes y artilugios.

Sin embargo, había algo en lo que Mateo había puesto su mirada, algo que lo hacía sentir mariposas en su circuitería: ¡la Luna de Saturno!

Una noche, mientras admiraba la luz brillante de la Luna, sus pensamientos resonaban en su cabeza.

- “¡Oh, Luna! Eres tan hermosa y brillante. Me encantaría poder hacerte un regalo reciclado para demostrarte cuánto te admiro”.

Decidió entonces que, para conquistar el corazón de la Luna, debía crear algo excepcional. Después de días y noches de arduo trabajo, comenzó a recolectar todo tipo de materiales reciclables que encontraba en su planeta. Meteoroides viejos, trozos de metal, botellas y latas, todo iba a formando un enorme cohete reciclado.

Una mañana, mientras estaba en plena construcción, se le acercó su amigo Soni, un pequeño satélite que siempre le daba apoyo.

- “¿Qué estás planeando, Mateo? ”

- “Voy a construir un cohete para llevarle un regalo a la Luna. Quiero impresionarla con algo único. ¡Algo solo para ella! ”

Soni, entusiasmado, le dio una gran idea.

- “¿Por qué no le haces una lámpara? ¡Así siempre podrá recordarte cuando brille en la noche! ”

Mateo sintió una chispa en su cabeza. ¡Era una idea brillante! Comenzó a trabajar en la lámpara, utilizando partes de su cohete reciclado. Mientras lo hacía, dos asteroides pasaron volando y comenzaron a reírse de él.

- “¿Un regalo para la Luna? ¡Qué ridículo! Ella nunca va a mirar hacia aquí! ”

Mateo se sintió un poco triste por las burlas, pero decidió no dejarse desanimar. Pensó en lo grande que sería su regalo y en cuánto deseaba que la Luna lo apreciera.

Siguió trabajando en su lámpara, y cuando finalmente la terminó, la encendió. La luz relucía con un brillo cálido y amistoso, y él sintió que su corazón mecánico palpitaba con emoción.

- “Ahora solo necesito enviarla a la Luna. ¡Pero, cómo lo haré? ” Se preguntó. Entonces recordó que los meteoritos de su planeta podían ayudarlo a lanzar su cohete hacia el espacio.

Con la ayuda de Soni, Mateo construyó un lanzador improvisado usando más reciclables. Juntos, cortaron, atornillaron y pegado hasta tener un sistema perfecto de lanzamiento. La noche que se prepararon para el lanzamiento, todos los habitantes de Saturno se reunieron para ver.

- “¡Allá voy, Luna! ¡Espero que te guste! ”

Mateo subió al cohete y lo encendió. Con un gran estallido de luz y sonido, despegó hacia el cielo. Cuando llegó cerca de la Luna, dejó caer la lámpara reciclable hacia su superficie.

Cuando la lámpara llegó, la luz se esparció por todas partes, iluminando la oscuridad eterna del espacio. La Luna, al recibir el regalo, quedó maravillada.

- “¡Qué regalo tan hermoso! ” Exclamó. Su luz brilló aún más fuerte.

Mientras Mateo miraba desde su cohete, pudo sentir cómo la Luna le sonreía.

- “Nunca vi algo tan hermoso. Tu amabilidad y tu esfuerzo son verdaderamente inspiradores, Mateo”.

Mateo se sintió el más feliz de los robots. Era evidente que el esfuerzo y el cariño valen la pena. Regresó a Saturno, donde sus amigos lo estaban esperando, y todos lo recibieron con aplausos y alegría.

Mateo había logrado no solo hacer un regalo, sino también inspirar a sus amigos a cuidar de su entorno y valorar el reciclaje. Desde ese día, la Luna iluminó aún más, sabiendo que tenía un amigo sincero en Saturno.

Y así, Mateo comprendió que lo mejor de todo era no rendirse y siempre seguir el corazón, porque incluso un pequeño robot puede hacer grandes cosas.

FIN.

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