Mateos Mission



Había una vez en la hermosa ciudad de Lima, Perú, un niño llamado Mateo. Mateo vivía en un barrio donde el agua era escasa y no siempre llegaba a todas las casas.

Esto hacía que muchas veces se quedaran sin agua para beber, cocinar o bañarse. Un día, mientras Mateo jugaba con sus amigos en el parque, notaron que algo extraño estaba sucediendo.

El río que solía correr por el costado del parque estaba cada vez más seco. Los árboles estaban marchitos y los animales parecían tristes. Preocupados por esta situación, los niños decidieron investigar qué estaba pasando.

Se enteraron de la existencia de Sedapal, una institución encargada de proveer agua potable a toda la ciudad. Decidieron ir a visitarla para pedir ayuda y encontrar una solución al problema del agua.

Al llegar a Sedapal fueron recibidos por Ana, una amable empleada que les explicó cómo funcionaba todo el proceso del agua: desde su captación en los ríos hasta su tratamiento para hacerla segura para el consumo humano. También les contó sobre la importancia de cuidar este recurso tan preciado y cómo todos podían colaborar ahorrando agua en sus hogares.

Los niños quedaron maravillados con lo aprendido y decidieron formar un equipo llamado "Los Guardianes del Agua". Juntos se comprometieron a difundir la importancia del cuidado del agua entre sus vecinos y amigos. Pero eso no fue todo.

Los Guardianes del Agua también idearon un plan para ayudar al río cercano al parque que estaba cada vez más seco. Decidieron organizar una jornada de limpieza para remover la basura que obstruía su cauce y plantar árboles a sus alrededores.

El día de la jornada, los vecinos del barrio se unieron a Los Guardianes del Agua en esta noble tarea.

Todos trabajaron juntos con alegría y entusiasmo, sabiendo que estaban haciendo algo importante por el medio ambiente y por su comunidad. Después de varios días de trabajo arduo, el río comenzó a recuperarse. El agua volvió a fluir con fuerza, los árboles volvieron a florecer y los animales regresaron a su hábitat natural.

La ciudad entera celebró este logro, reconociendo el esfuerzo de Los Guardianes del Agua y valorando aún más la importancia del agua en sus vidas.

Mateo y sus amigos comprendieron que cada gota cuenta y que todos podemos hacer la diferencia si nos comprometemos a cuidar nuestro planeta y preservar nuestros recursos naturales. A partir de ese momento, Mateo se convirtió en un defensor incansable del agua y continuó trabajando junto a Sedapal para asegurar que todas las familias tengan acceso al vital líquido.

Y así fue como Mateo aprendió una valiosa lección: nunca subestimes el poder de tus acciones, porque incluso los más pequeños pueden marcar una gran diferencia en el mundo.

FIN.

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