Mati y la Búsqueda de su Habilidad



En la profundidad de la selva, vivía un mono aullador llamado Mati. Todos los días, Mati disfrutaba trepando árboles, balanceándose entre las ramas y aullando con alegría. Pero un día, mientras jugaba, Mati se dio cuenta de que no podía más trepar.

"¡Oh no! ¿Qué me pasa?" - exclamó Mati, mirando a su alrededor.

Preocupado, decidió pedir ayuda a sus amigos. Su primer parada fue donde vivía su amigo el tucán, Tino.

"Hola, Tino. No puedo trepar árboles. ¿Podés ayudarme a volar un poco?" - le pidió Mati.

"Claro, Mati. ¡Vamos!" - respondió Tino, extasiado por la idea.

Mati se subió a la espalda de Tino, quien voló alto por los árboles. Pero a pesar de la vista increíble, Mati no se sintió feliz.

"No es lo mismo, Tino... ¡Yo quiero trepar!" - suspiró.

"No hay problema, amigo. ¿Vas a ir con Lila la iguana? Tiene habilidades para escalar también" - sugirió Tino.

Mati fue a visitar a Lila, que estaba tomando el sol en una roca.

"Hola, Lila. ¿Podés enseñarme cómo escalar como vos?" - preguntó Mati.

"Claro, Mati. Primero tenés que tener calma y asegurarte de no caerte. ¡Vamos a intentarlo!" - dijo Lila, mientras le mostraba cómo usar sus patas para sujetarse bien.

Pero a pesar de sus instrucciones, Mati no lograba subir mucho.

"Siento que no es lo mío, Lila. Me gustaría hacer algo diferente. Tal vez me sirva como nadador. ¡Voy a buscar a Pato!" - exclamó Mati.

Mati se acercó a un arroyo donde solía nadar el pato Pato.

"Hola, Pato. ¿Podés enseñarme a nadar? Quizás eso me ayude sin trepar árboles" - dijo Mati.

"Claro, Mati. La clave está en mover las patas así" - enseñó Pato, mientras nadaba con gracia.

Mati metió sus patas en el agua, pero rápidamente salió.

"¡Ay no! Me da mucho miedo. No creo que sea para mí..." - dijo, asustado.

"Está bien, amigo. Todos tenemos cosas que nos gustan. Quizás deberías intentar con Bram el perro. Él corre muy rápido; tal vez eso te ayude a sentirte más ágil" - sugirió Pato.

Mati se sintió animado por esa idea y corrió hacia donde estaba Bram.

"Bram, ¿podés enseñarme a correr como vos?" - preguntó Mati.

"Por supuesto, Mati. Solo tienes que dar pasos largos y rápidos!" - dijo Bram, emocionado.

Pero aunque disfrutaba, lo que realmente quería era estar entre las ramas. Al poco tiempo, se dio cuenta de que correr no le llenaba el corazón como trepar.

Un poco desanimado, Mati se sentó bajo un árbol y comenzó a pensar.

"¿Por qué he perdido mi habilidad para trepar?" - murmuró para sí mismo.

Fue en ese momento cuando una ardilla, que había estado observando todo, se acercó.

"Hola, Mati. Te he visto visitar a tus amigos. ¿Qué te pasa?" - preguntó la ardilla curiousa.

"He perdido mi habilidad para trepar y no sé cómo recuperarla. He tratado muchas cosas... pero solo quiero volver a trepar árboles" - respondió Mati, con la voz entrecortada.

"A veces, cuando nos distraemos, olvidamos lo que realmente somos. Tal vez solo necesites volver a intentarlo" - le sugirió la ardilla.

"¡Tienes razón!" - exclamó Mati, levantando la vista.

Mati, decidido y con nuevo ánimo, regresó al árbol más grande que conocía, se colocó de pie y se lanzó a la aventura.

Al principio fue difícil como antes, pero recordó todo lo que había aprendido de sus amigos: la calma de Lila, la rapidez de Bram, y la alegría de Tino. Entonces, con una gran respiración, se dejó llevar.

A medida que se enfocaba en cada movimiento, su habilidad fue volviendo poco a poco. Sintiéndose más fuerte, logró finalmente dar un salto que lo llevó a la rama más alta.

"¡Lo logré! ¡Estoy de vuelta!" - aulló Mati lleno de felicidad.

Desde ese día, Mati aprendió que aunque a veces perdiéramos algo que queríamos, con esfuerzo y un poco de ayuda de amigos, podíamos recuperarlo.

No necesitaba parecerse a nadie más; solo tenía que ser él mismo, un mono con la maravillosa habilidad de trepar.

Y así, en la selva, el eco de su aullido resonó más fuerte que nunca, recordando a todos que siempre se puede volver a comenzar si uno se lo propone.

FIN.

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