Matías, el monstruo de colores, encuentra su equilibrio emocional



Había una vez un monstruo de los colores llamado Matías. Vivía en un mundo lleno de emociones y colores vibrantes, pero no sabía cómo controlarlas.

Cada vez que sentía una emoción, su cuerpo se llenaba completamente del color correspondiente y no podía hacer nada para detenerlo. Un día, mientras caminaba por el bosque, Matías se encontró con su amiga la mariposa Martina. Martina era muy sabia y siempre tenía consejos útiles para dar.

"Hola Matías", dijo Martina volando hacia él. "¿Cómo te sientes hoy?"Matías suspiró y respondió: "No sé cómo me siento realmente, Martina. Mis emociones están fuera de control y no puedo evitar que mi cuerpo se llene de colores".

Martina asintió comprensivamente y le sugirió a Matías: "Quizás debas buscar al sabio búho Pablo. Él ha ayudado a muchos monstruos como tú a controlar sus emociones". Matías se sintió esperanzado ante esta idea y decidió ir en busca del búho Pablo.

Después de un largo viaje, finalmente llegó al árbol donde vivía el búho sabio. "Hola Pablo", saludó Matías tímidamente cuando vio al búho posado en una rama alta. El búho giró la cabeza hacia él y sonrió con amabilidad.

"Bienvenido, joven monstruo de los colores. ¿En qué puedo ayudarte?"Matías explicó su problema con las emociones descontroladas y le pidió consejo a Pablo sobre cómo regularlas.

Pablo reflexionó durante unos momentos antes de responder: "Matías, las emociones son parte de lo que somos. No podemos eliminarlas, pero sí podemos aprender a controlarlas y expresarlas de una manera saludable". "¿Cómo puedo hacer eso?", preguntó Matías con curiosidad.

El búho Pablo le explicó: "Primero, debes reconocer y aceptar tus emociones. Cada emoción tiene su propio color y es importante entender qué te está haciendo sentir así". —"Luego" , continuó Pablo, "debes aprender a respirar profundo y calmarte cuando sientas que tus emociones se vuelven abrumadoras.

Respiremos juntos ahora mismo para que veas cómo funciona". Matías siguió las instrucciones del búho y sintió cómo la calma invadía su cuerpo mientras inhalaba y exhalaba lentamente.

Pablo también sugirió: "A medida que aprendas a controlar tus emociones, podrás expresarlas de manera adecuada con palabras o acciones en lugar de dejar que tu cuerpo se llene de colores intensos". Matías asintió con determinación. Estaba decidido a poner en práctica los consejos del sabio búho.

Con el tiempo, Matías fue mejorando poco a poco en el control de sus emociones. Aprendió a reconocer cada una de ellas y a expresarse de manera adecuada sin dejar que su cuerpo se llenara por completo con un solo color.

Un día soleado, Matías volvió al bosque donde había conocido al búho Pablo para compartir sus progresos. "¡Hola Martina! ¡Hola Pablo!", exclamó lleno de alegría. "Gracias por su ayuda, he aprendido mucho sobre cómo regular mis emociones".

Martina sonrió feliz y dijo: "Estoy orgullosa de ti, Matías. Ahora puedes disfrutar de todas las emociones sin que te abrumen". Pablo agregó: "Recuerda que el control de tus emociones es un proceso constante.

Siempre habrá momentos desafiantes, pero ahora tienes las herramientas necesarias para enfrentarlos". Matías se despidió de sus amigos con gratitud y continuó su viaje por el mundo lleno de emociones y colores vibrantes.

A partir de ese día, Matías supo cómo regular sus emociones y vivir en armonía consigo mismo y con los demás, convirtiéndose en un monstruo feliz y equilibrado. Y así, su historia inspiró a muchos otros monstruos a buscar el control y la regulación de sus propias emociones.

FIN.

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