Matías y la magia de la amistad



Había una vez un niño llamado Matías que estaba a punto de cumplir 6 años. Estaba muy emocionado por su cumpleaños, pero también tenía un gran temor: su primer día de escuela.

Matías era un niño tímido y le costaba hacer amigos. Además, no sabía qué esperar de la escuela y eso lo ponía aún más nervioso. Su mamá trataba de tranquilizarlo y le decía que la escuela sería divertida, pero Matías no estaba convencido.

Llegó el día del cumpleaños de Matías y con él, también llegó el primer día de escuela. El sol brillaba en el cielo mientras Matías se ponía su uniforme escolar con una mezcla de emoción y miedo en su corazón.

Cuando llegaron a la escuela, Matías se aferró fuertemente a la mano de su mamá. La directora los recibió calurosamente y les mostró el salón de clases donde estarían durante todo el año.

Al entrar al salón, Matías vio a muchos niños sentados en pequeñas mesas jugando y riendo juntos. Pero él seguía sintiendo ese nudo en el estómago que no lo dejaba disfrutar del momento.

La maestra se acercó a ellos con una sonrisa amable y saludó a Matías: "¡Hola! Soy la señorita Laura, tu nueva maestra". Matías respondió tímidamente: —"Hola" . La señorita Laura notó que Matías estaba nervioso e intentó animarlo: "No te preocupes, Matías.

Aquí todos somos amigos y vamos a aprender muchas cosas juntos. ¡La escuela es un lugar maravilloso!"Matías no estaba convencido, pero decidió darle una oportunidad.

Se sentó en su silla y empezó a observar a los demás niños mientras la señorita Laura les explicaba las reglas de la clase. Poco a poco, Matías comenzó a sentirse más cómodo. Los otros niños lo incluían en sus juegos y le mostraban cómo hacer las actividades escolares.

Descubrió que todos estaban aprendiendo cosas nuevas y eso le emocionaba. Durante el recreo, Matías se acercó al patio de juegos con cierta timidez. Pero para su sorpresa, encontró un grupo de niños jugando al fútbol y decidió unirse a ellos. "¿Puedo jugar con ustedes?", preguntó tímidamente.

"¡Claro que sí!", respondieron los otros niños entusiasmados. Matías se divirtió tanto jugando al fútbol que se olvidó por completo de sus miedos.

Se dio cuenta de que la escuela no era tan aterradora como pensaba, sino todo lo contrario: ¡era divertida! Los días pasaron y Matías fue descubriendo nuevas cosas en la escuela: pintar cuadros coloridos, aprender números y letras, e incluso tener amigos con quienes compartir aventuras.

Al finalizar el año escolar, Matías miraba orgulloso su diploma de primer grado mientras abrazaba a sus nuevos amigos. Había superado su temor al primer día de escuela y había descubierto que la escuela era el lugar más maravilloso del mundo.

Matías entendió que la escuela no solo era un lugar para aprender matemáticas y ciencias, sino también un lugar para hacer amigos, descubrir nuevas pasiones y crecer como persona. Desde aquel día, Matías esperaba con ansias cada nuevo año escolar.

Había aprendido que los miedos pueden convertirse en oportunidades de crecimiento y que la escuela es un lugar lleno de sorpresas maravillosas.

FIN.

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