Matías y las maravillas del primer grado
Era un soleado lunes de febrero, y Matías estaba parado frente a la puerta de su nueva escuela, la Primaria San Martín. Su corazón latía rápido mientras miraba a los otros chicos que reían y corrían. La idea de comenzar primer grado le había emocionado durante semanas, pero ahora que el momento estaba aquí, un nudo se formó en su estómago.
"¿Y si no puedo hacer amigos? ¿Y si la maestra es muy estricta? Nunca he estado en una escuela así antes", pensó.
De repente, escuchó una voz amiga. Era Sofía, su vecina del barrio y una de las pocas caras conocidas en el grupo.
"¡Matías! ¡Vamos! ¡Entramos juntos!"
Matías miró a Sofía y decidió seguirla. Juntos, cruzaron la puerta de la escuela y se encontraron en un aula llena de colores, cuentos y dibujos. La maestra, la señorita Clara, estaba organizando los pupitres. Tenía una gran sonrisa que iluminaba la habitación.
"¡Bienvenidos, chicos! Soy la señorita Clara y estoy muy emocionada de tenerlos aquí. ¡Este va a ser un año increíble!"
Las palabras de la maestra relajaron un poco a Matías, pero aún así, sentía los nervios en su pancita. La clase comenzó y Matías se dio cuenta de que estaba en un lugar lleno de sorpresas. La señorita Clara llevó a los niños a la biblioteca, donde había una enorme cantidad de libros.
"Hoy vamos a viajar a otros mundos a través de las historias. ¿Quién quiere escoger un libro para leer juntos?"
Matías levantó la mano un poco dudoso.
"Yo, yo quiero!"
Cuando la señorita Clara le entregó un libro sobre un dragón que volaba por encima de las nubes, Matías sintió que su miedo se desvanecía.
"¡Mirá, Sofía! ¡Este dragón se parece al que vimos en la película!"
Sofía sonrió y poco a poco comenzaron a compartir sus ideas y experiencias. La clase continuó con actividades de arte, donde los niños pintaron sus propios dragones.
"Me encanta el tuyo, Matías. ¡Ese color naranja está genial!"
"Gracias, Sofía. ¡El tuyo se ve super fuerte!"
El día pasó volando, y cuando llegó la hora del recreo, Matías se sintió diferente.
"¿Vamos a jugar a la pelota?" preguntó su nuevo amigo Lucas, un chico alto con lentes.
Matías dudó, pero sus ganas de jugar comenzaron a vencer al miedo.
"¡Sí!"
Y así, corrieron al patio. Con cada pase que hacía y cada risa compartida, Matías se sentía más seguro. Mientras jugaban, se dio cuenta de que tenía mucho en común con sus compañeros.
De repente, un grupo de chicos empezó a hacer una competencia de saltos.
"¡Vamos, Matías! Vení a saltar con nosotros!"
El corazón de Matías latía de emoción. A pesar de que al principio era tímido, se impulsó a unirse.
"¿Puedo?"
"¡Claro! Cuantos más, ¡mejor!"
Así, Matías saltó y se rió junto a sus nuevos amigos. El miedo que había sentido al comienzo fue reemplazado por una sensación de pertenencia. Al regresar al aula después del recreo, Matías no podía dejar de sonreír.
La clase seguía avanzando, y la señorita Clara propuso otro reto: trabajar en equipo para hacer una gran serpiente de papel. Se dividieron en grupos, y Matías se sintió entusiasmado al formar parte de un equipo.
"Vamos a hacer la mejor serpiente, ¿no?"
"Sí!" respondieron todos al unísono.
Con cada pliegue y cada dibujo, Matías vio cómo sus amigos iban dejando su huella en la serpiente de papel. Mientras trabajaban juntos, comenzó a darse cuenta de la belleza de la colaboración y la amistad.
Cuando finalmente la mostraron, la serpiente era colorida y brillante. Matías se sintió orgulloso de lo que habían logrado juntos.
El día terminó y Matías salió de la escuela con Sofía.
"¡Fue increíble!" exclamó, sus ojos brillando de emoción.
"¡Sí! Te dije que no iba a ser tan malo. ¡Mañana quiero traer mi libro de dragones que tengo en casa!"
Matías se dio cuenta de que la escuela no solo era un lugar para aprender, sino también un sitio para crear recuerdos inolvidables y hacer amigos.
Al llegar a casa, corrió hacia su mamá y le dijo:
"¡Mamá! ¡Hoy fue un día maravilloso! Hice nuevos amigos, leí sobre dragones y salté muy alto!"
La mamá de Matías sonrió.
"¡Me alegro tanto, amor! Te dije que la escuela puede ser mágica y llena de sorpresas, ¿verdad?"
Matías asintió con entusiasmo y pensó en todas las aventuras que lo esperaban en el nuevo mundo de la escuela primaria, pero sobre todo, en el valor de ser valiente y abrirse a nuevas experiencias.
FIN.