Matilda y el Bosque Mágico



Había una vez, en un bosque mágico lleno de árboles que susurraban y riachuelos que jugaban, una niña llamada Matilda. Desde pequeña, Matilda había vivido en aquel rincón lleno de maravillas, siempre acompañada por su fiel amigo, Lino, un pajarito mágico que podía hablar.

Matilda era curiosa y valiente. Pasaba sus días explorando cada rincón del bosque, recolectando flores y cantando melodías junto a los animales. Pero, a pesar de la belleza que la rodeaba, siempre sentía un vacío en su corazón. Extrañaba a sus padres, quienes la habían dejado ahí para mantenerla a salvo.

Un día, mientras Matilda estaba sentada junto a un árbol que nunca dejaba de florecer, Lino la miró con sus ojos chispeantes.

"Matilda, ¿por qué estás tan triste?" - preguntó el pajarito.

"A veces siento que necesito más que este bosque. Quiero conocer el mundo más allá de los árboles," - respondió ella.

Lino, siempre sabio, decidió ayudarla.

"Quizás sea el momento de que hagas un viaje, Matilda. Pero, para eso, necesitarás un mapa mágico que nos muestre el camino más seguro."

Intrigada, Matilda ves a buscar el mapa. Caminó y caminó hasta que llegó a una parte del bosque que nunca había explorado. Allí, en el suelo, encontró un viejo rollo envuelto con hilo dorado.

"¡Mirá, Lino, es el mapa!" - exclamó emocionada.

"Sí, pero ten cuidado, Matilda. Este mapa marca un destino especial," - advirtió Lino.

Siguiendo las instrucciones del mapa, Matilda y Lino empezaron su aventura. Cruzaron praderas llenas de flores que reían y pasaron por un río de aguas de colores. Sin embargo, no todo era tranquilo. De repente, se encontraron con un enorme troll que bloqueaba el camino.

"¡Nadie pasará sin contestar mis acertijos!" - rugió el troll.

"Estamos buscando el camino hacia el mundo más allá del bosque," - dijo Matilda con valentía.

El troll, sorprendido por su audacia, les lanzó un acertijo.

"En la noche brilla, en el día se oculta. ¿Qué es?"

"¡Es la luna!" - gritó Lino.

El troll, impresionado por la respuesta, les permitió pasar.

"Eres valiente, pequeña. Sigue adelante," - dijo y se volvió a su lugar.

Matilda y Lino siguieron adelante, realizando maravillosas aventuras y haciendo nuevos amigos por el camino. Ayudaron a un conejo a encontrar su hogar, a una mariposa a volar más alto y hasta a un ciervo atrapado entre arbustos.

Cada acción bondadosa los acercaba más a su objetivo. Finalmente, después de muchas peripecias, llegaron a un claro que daba a un gran paisaje. Era el mundo más allá del bosque, lleno de casas, mercados, y un mar brillante.

"¡Mirá, Matilda! ¡El mundo es tan grande y hermoso!" - exclamó Lino.

"Sí, y lo hemos conseguido juntos. Pero... ahora entiendo algo importante: el bosque siempre será mi hogar," - dijo Matilda, mirando hacia atrás.

Cuando regresaron al bosque, Matilda se sintió distinta.

"Lino, viví grandes cosas, pero el amor de nuestros amigos y la belleza del bosque nunca se compararán. Es hora de compartir lo que aprendí con todos aquí."

Así que, Matilda comenzó a organizar encuentros en el bosque, donde todos los animales venían a escuchar sus historias y participar en juegos. El bosque se llenó de risas y amistad, y Matilda entendió que no necesitaba un mundo lejano para ser feliz; la magia ya vivía en su hogar.

Y así, la niña y su pajarito mágico continuaron viviendo en el bosque, llenos de nuevos amigos y aventuras, creando un lugar donde la alegría y la amistad florecían.

FIN.

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