Matilda y el poder de las reglas



Había una vez una niña llamada Matilda, quien vivía con su mamá en una pequeña casa en el campo.

Matilda era una niña curiosa y llena de energía, pero tenía un problema: no quería entender las normas que su mamá establecía en la casa. Un día, mientras jugaba afuera, Matilda decidió subirse a un árbol muy alto. Desde allí, podía ver toda la extensión del campo y se sentía como si estuviera en la cima del mundo.

Pero su mamá le había dicho claramente que no debía trepar a ese árbol por ser peligroso. "Matilda, baja de ahí ahora mismo", gritó su mamá desde abajo.

Pero Matilda hizo caso omiso y continuó disfrutando de su aventura en las alturas. De repente, una rama se rompió bajo sus pies y Matilda cayó al suelo. Afortunadamente, no se lastimó gravemente, pero sufrió algunos raspones y golpes.

"¿Ves lo que pasa cuando no obedeces las normas?", dijo su mamá preocupada mientras la ayudaba a levantarse. Matilda bajó la cabeza avergonzada y prometió intentar entender las normas de ahora en adelante.

Su mamá le explicó pacientemente que las reglas existen para mantenerla segura y enseñarle cómo vivir responsablemente. En los días siguientes, Matilda comenzó a esforzarse por comprender las normas de su hogar. Su madre le enseñaba con amor y paciencia cómo hacerlo correctamente.

Cada vez que cumplía con una regla sin problemas, su mamá le recompensaba con un elogio y una sonrisa. Un día, mientras Matilda ayudaba a su mamá a cocinar, se dio cuenta de que había dejado la puerta del horno abierta.

Sabía que debía cerrarla porque era peligroso dejarla así, pero la tentación de seguir jugando era fuerte. Matilda recordó las palabras de su mamá y decidió hacer lo correcto.

Cerró la puerta del horno y sintió una gran satisfacción por haber seguido las normas sin importar lo difícil que fuera. "¡Muy bien, Matilda!", exclamó su mamá orgullosa. "Estoy muy feliz de ver cómo estás aprendiendo a entender las normas".

A medida que pasaban los meses, Matilda se convirtió en una niña más responsable y respetuosa con las reglas establecidas en casa. Comenzó a apreciar cómo estas normas no solo garantizaban su seguridad, sino también contribuían al buen funcionamiento familiar.

Un día, mientras jugaba afuera nuevamente, Matilda vio a un grupo de niños pequeños acercarse al árbol peligroso al que solía trepar. Recordando su experiencia anterior, fue corriendo hacia ellos para advertirles sobre el peligro y explicarles por qué no debían subirse allí. Los niños escucharon atentamente a Matilda y decidieron no trepar al árbol.

En cambio, comenzaron a jugar juntos en otro lugar seguro del campo. Matilda se sintió feliz y orgullosa de poder compartir sus conocimientos sobre las normas con otros niños.

Se dio cuenta de que comprender y seguir las reglas no solo era importante para ella, sino también para la seguridad y bienestar de los demás. Desde ese día en adelante, Matilda se convirtió en una niña modelo que siempre buscaba entender y cumplir con las normas establecidas.

Aprendió que seguir las reglas no significaba perder su libertad, sino ganar responsabilidad y respeto por sí misma y por los demás.

Y así, Matilda vivió felizmente junto a su mamá, disfrutando de cada día mientras crecía como una niña responsable y consciente de la importancia de entender y obedecer las normas.

FIN.

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