Matilda y el Viaje en el Tiempo a la Era de los Dinosaurios
Era una mañana luminosa cuando Matilda y su hermana, Sofía, estaban explorando el desván de su abuela. Entre cajas llenas de recuerdos, Matilda descubrió un extraño reloj de bolsillo con símbolos extraños grabados en su superficie.
"Mirá, Sofía, ¿qué será esto?" - preguntó Matilda, mientras abría el reloj.
De repente, los dos hermanas sintieron un fuerte viento y una luz brillante las rodeó. Cuando pudieron abrir los ojos, ya no estaban en el desván. Ante ellas, se extendía un impresionante paisaje verde lleno de grandes árboles y enormes criaturas que vagaban libremente.
"¿Dónde estamos?" - exclamó Sofía.
"¡Parece que viajamos al pasado! ¡Mirá esos dinosaurios!" - respondió Matilda, señalando a un grupo de triceratops que pastaban cerca.
Las hermanas se miraron emocionadas y comenzaron a explorar este mundo prehistórico. Observaban a los dinosaurios con admiración y aprendían sobre sus hábitos y características. Mientras corrían entre los árboles, Matilda notó un pequeño dinosaurio que parecía estar perdido y asustado.
"¡Pobre criatura! ¡Debemos ayudarlo!" - dijo Matilda.
Sofía, un poco más cautelosa, respondió:
"¿Y si la mamá dinosaurio viene a buscarlo? ¿No deberíamos quedarnos lejos?".
"Pero no podemos dejarlo solo. Vamos, Sofía, hay que intentar ayudarlo" - insistió Matilda, esa valentía que siempre tenía la llevó a acercarse al pequeño dinosaurio.
Las hermanas se acercaron lentamente y descubrieron que el dinosaurio era un pegasusaurus lleno de manchas coloridas. El dinosaurio se llamaba Dino y, algo muy especial, podía comunicarse con ellas.
"¡Hola! ¡Me llamo Dino!" - dijo con un tono alegre.
"¡Hola, Dino! ¿Estás perdido?" - preguntó Sofía.
"Sí, me separé de mi mamá. ¡No sé cómo volver a casa!" - respondió el pequeño dinosaurio con lágrimas en los ojos.
Matilda y Sofía se miraron; sabían que tenían que ayudar a Dino a encontrar a su mamá. Así que decidieron seguirlo a la colina donde lo había visto por última vez. En el camino, se encontraron con un grupo de pterodáctilos que volaban alto en el cielo.
"¿Vieron a la mamá de Dino?" - preguntó Sofía, volviendo la mirada hacia ellos.
"Sí, la vimos volando hacia el valle. Deberían apurarse, el sol se está ocultando" - le contestó uno de los pterodáctilos.
Matilda y Sofía se sintieron esperanzadas y continuaron su camino, ayudando a Dino a cruzar un pequeño arroyo. Cuando estaban a punto de llegar al valle, escucharon un fuerte rugido.
"¡Ay, eso me asustó!" - dijo Sofía.
Pero no era un rugido de temor, eran muchas mamás dinosaurio llamando a sus crías. Entonces, un enorme brontosaurio se acercó a ellos.
"¿Están ayudando a un pequeño dinosaurio?" - preguntó el brontosaurio.
"¿Sí? ¡Es Dino! Se perdió de su mamá" - respondió Matilda.
"Sigan mi cola, yo sé dónde están las mamás" - indicó el brontosaurio, y las hermanas siguieron al gigante dinosaurio mientras Dino se llenó de esperanza.
Finalmente, llegaron a un claro lleno de mamás dinosaurio que buscaban a sus bebés. Al ver a Dino, las mamás se acercaron a él y lo abrazaron.
"¡Mamá!" - gritó Dino lleno de alegría, mientras se lanzaba a los brazos de su madre.
"¡Gracias!" - dijo la mamá dinosaurio a Matilda y Sofía.
"No hay de qué, nos alegramos de que esté a salvo" - respondieron las hermanas sonriendo.
Pero ahora era tiempo de regresar a casa. El sol comenzaba a caer y Matilda vio cómo el reloj brillaba de nuevo en su bolsillo.
"Creo que debemos irnos, Sofía" - dijo.
"¿Estás segura de que querés dejar este lugar?" - preguntó Sofía.
"Sí. ¡Pero siempre llevaremos a Dino en nuestros corazones!" - afirmó Matilda mientras apretaban el reloj.
En un abrir y cerrar de ojos, se encontraron de vuelta en el desván de su abuela. Aunque se oían los ecos lejanos de rugidos, sabían que seguirían soñando con el mundo de los dinosaurios. Y, sobre todo, habían aprendido que la amistad y la valentía pueden superar cualquier obstáculo.
"¡Qué aventura! ¡Nunca olvidaré a Dino!" - dijo Sofía, mientras sonreía a su hermana.
"¡Sí! Y siempre podemos contarle a mamá sobre nuestro viaje" - respondió Matilda con una chispa de emoción en sus ojos.
Y así, de regreso a la realidad, Matilda y su hermana se prometieron seguir explorando y aprendiendo juntas, siempre listas para nuevas aventuras.
FIN.