Matilda y la luz de la imaginación



Había una vez en un pueblito muy triste llamado Grisura, donde las casas eran de colores apagados y las personas caminaban con la cabeza gacha.

En este lugar vivía Matilda, una niña curiosa y soñadora que siempre buscaba alegría en medio de tanta melancolía. Un día, mientras paseaba por el parque, Matilda se topó con un niño diferente a los demás. Tenía una sonrisa radiante y unos ojos llenos de chispa.

Se acercó a ella y le dijo:- ¡Hola! Soy Lucas, ¿quieres ser mi amiga? Matilda sintió algo especial en ese encuentro y aceptó encantada la propuesta de amistad. Juntos comenzaron a explorar el pueblo, descubriendo rincones que nunca habían visto antes.

Lucas le mostraba cómo ver el mundo desde otra perspectiva, llena de colores y risas. - ¿Sabías que si miras al cielo puedes encontrar formas divertidas entre las nubes? -le decía Lucas señalando hacia arriba.

Matilda seguía su dedo con la mirada y vio un elefante formado por los cumulus nimbus. Se rió con ganas ante aquella ocurrencia. Desde ese día, Matilda y Lucas se volvieron inseparables.

Juntos inventaban juegos nuevos, cantaban canciones alegres e incluso crearon un diccionario de palabras divertidas que solo ellos entendían. —"Zapatruco"  significa zapato mágico que te lleva volando hasta las estrellas -explicaba Lucas con entusiasmo. - ¡Y —"pompifruta"  es la fruta más deliciosa del universo! -añadía Matilda riendo a carcajadas.

Con cada palabra nueva que incorporaban a su diccionario secreto, el pueblo parecía iluminarse un poco más. La gente empezaba a sonreír al escucharlos hablar en su peculiar lenguaje lleno de magia y fantasía.

Pero no todo sería tan fácil para Matilda y Lucas. Un día, mientras jugaban en el bosque encantado detrás del pueblo, se encontraron con una criatura misteriosa que les bloqueó el paso. - Soy el Guardián del Bosque Encantado -dijo la criatura con voz grave-.

Solo podrán pasar si resuelven mi acertijo: ¿Qué tiene raíces pero no es planta, dientes pero no mastica? Matilda y Lucas se miraron desconcertados por un momento, hasta que recordaron una de las palabras de su diccionario secreto.

- ¡Es un peine! -exclamaron al unísono. El Guardián sonrió satisfecho y les dejó continuar su camino hacia nuevas aventuras dentro del bosque encantado. Así fue como Matilda aprendió que la amistad verdadera puede traer luz incluso a los lugares más oscuros.

Junto a Lucas descubrió que siempre hay espacio para la alegría y la imaginación, aún en medio de la tristeza aparente. Desde entonces, Grisura ya no era tan gris como antes.

Las calles se llenaron de risas infantiles y los corazones de sus habitantes recuperaron la esperanza perdida gracias a dos pequeños amigos dispuestos a cambiarlo todo con sus palabras divertidas y su amor incondicional.

FIN.

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