Mauro y su Gran Aventura del Cuerpo
Era un soleado día en el jardín de infantes, y Mauro, un nene de tres años, estaba muy emocionado. Hoy era el día en que aprenderían sobre el cuerpo humano y cómo cuidarlo. Al llegar, vio a su maestra, la seño Carla, que estaba esperando a todos con una gran sonrisa.
"¡Hola, niños! Hoy vamos a descubrir las maravillas de nuestro cuerpo y cómo mantenerlo sano y feliz." - dijo la seño Carla, mientras les mostraba un cartelesito con un dibujo de un cuerpo humano.
Mauro, con sus ojos brillantes, levantó la mano para preguntar:
"¿La cabeza también tiene partes?"
"¡Claro que sí, Mauro! La cabeza tiene ojos, orejas, nariz y boca. ¿Qué hacemos con ellos?" - preguntó la seño.
"¡Ver, escuchar, oler y comer!" - respondió Mauro muy entusiasmado.
Los niños se rieron y continuaron aprendiendo juntos. La seño Carla les explicó que era importante cuidar cada parte de su cuerpo.
"¿Y cómo cuidamos los ojos?" - preguntó Lila, una nena del grupo.
"Usando gafas de sol y no mirando mucho la pantalla!" - contestó la seño.
Mauro pensó que eso era fácil. Luego, la seño les pidió que pasearan por el patio para buscar cosas que representaran diferentes partes del cuerpo. Todos salieron corriendo, y Mauro encontró una pelota roja que, con un poco de imaginación, se convirtió en una nariz.
"¡Miren lo que encontré! ¡Es una nariz grande!" - gritó contento.
"¡Muy bien! Ahora usemos nuestra nariz para oler flores!" - dijo su amigo Joaquín, mientras todos se acercaban a los jardines.
"¡Huele bien! ¡Es un olor alegre!" - exclamó Mauro.
Después de un rato de diversión y risas, regresaron al aula y la seño Carla preparó un cuento sobre un superhéroe llamado —"Cuerpito" , que protegía cada parte del cuerpo y enseñaba a los chicos cómo cuidarse. Durante la historia, Cuerpito luchaba contra los gérmenes y premiaba a los niños que se lavaban las manos.
"¡Quiero ser como Cuerpito!" - dijo Mauro emocionado.
"¡Yo también!" - gritó Lila.
Pero, de repente, las luces parpadearon y todos miraron a la seño Carla con sorpresa.
"¿Qué está pasando?" - preguntó Joaquín.
La seño sonrió y dijo:
"Es Cuerpito que quiere que hagamos algo especial. ¡Vamos a hacer un juego!"
El juego consistía en pasar una pelota mientras decían qué parte del cuerpo estaban cuidando, y por cada turno, tenían que hacer un movimiento de cuidado: tocándose la cabeza, lavándose las manos, o saltando para fortalecer las piernas.
"¡Cuidamos el corazón saltando!" - gritaron al unísono.
"¡Y las manos al lavarlas!" - agregó Mauro, moviendo sus deditos.
Rieron y saltaron, y cada vez que un niño fallaba en pasar la pelota, debían gritar: "¡Cuerpito, ayúdanos a cuidarnos!" El juego continuó, y Mauro, lleno de energía, no quería que terminara nunca.
Al final del día, mientras mamá lo esperaba en la puerta del jardín, Mauro salió corriendo y, llenito de emoción, le contó sobre su nueva aventura:
"¡Mamá, hoy aprendí que tengo un cuerpo muy especial!"
"¿De verdad? ¿Y qué aprendiste?" - preguntó mamá, sonriendo curiosa.
"¡Que tengo que cuidar la cabeza, las manos y hasta el corazón! ¡Quiero ser como Cuerpito!" - explicó, haciendo un gesto como un superhéroe.
Mamá abrazó a Mauro con cariño y le dijo:
"Y yo te ayudaré a cuidar de tu cuerpo siempre. ¡Vamos a preparar una merienda saludable!"
Esa tarde, Mauro y su mamá hicieron una ensalada colorida, mientras él le contaba todo lo que había aprendido. Con cada bocado, Mauro sabía que estaba cuidando su cuerpo, y sonreía pensando en todas las aventuras que vendrían.
Así, Mauro no solo aprendió sobre su cuerpo, sino que también entendió la importancia de cuidarlo y disfrutar de la vida como un verdadero superhéroe. Y cada vez que llevaba a cabo un hábito saludable, sentía que Cuerpito estaba con él.
Desde ese día, Mauro nunca olvidó lo que su maestra le enseñó, y cada vez que se lavaba las manos, sonreía pensando en su gran amigo Cuerpito.
FIN.