Max aprende a bañarse


Había una vez un pequeño monstruo llamado Max que vivía en la ciudad de Buenos Aires. Todos los días, Max tenía que ir a la escuela para aprender y jugar con sus amigos.

Pero había un problema: a Max no le gustaba bañarse. Cada mañana, su mamá lo despertaba y le decía: "Max, es hora de levantarte y bañarte para ir a la escuela".

Y cada mañana, Max se aferraba a su cama y gritaba: "No quiero bañarme!". Su mamá intentó todo para convencerlo: le compró jabones divertidos, juguetes de baño e incluso prometió llevarlo a comer helado después de la escuela si se bañaba. Pero nada funcionó.

Un día, mientras caminaban hacia la escuela, el amigo de Max Lucas lo notó oliendo mal. "-¿Qué pasó contigo? ¡Huelo algo raro!", preguntó Lucas sorprendido. Max respondió tímidamente: "- No me quise bañar.

" Lucas frunció el ceño y dijo: "- ¿Cómo puedes venir así a la escuela? Es importante mantenernos limpios por nuestra salud. " Max se sintió triste al darse cuenta del impacto que su decisión estaba teniendo en otros. Entonces decidió hacer algo al respecto.

Esa noche, antes de acostarse, Max pensó en todas las cosas divertidas que podía hacer en la escuela si estuviera limpio y fresco. Imaginaba corriendo por el patio sin preocuparse por el olor o compartiendo su almuerzo con sus amigos sin sentirse avergonzado.

A la mañana siguiente cuando llegaron al colegio Lucas se acercó a Max y lo olió. "-¡Huele bien! ¿Te bañaste?" preguntó Lucas con una sonrisa. Max asintió, feliz de haber tomado la decisión correcta.

Desde ese día en adelante, Max se bañaba todos los días antes de ir a la escuela. Ya no tenía que preocuparse por oler mal o sentirse avergonzado frente a sus amigos.

Y lo más importante, aprendió que mantenerse limpio es importante para su salud y para las relaciones con otros. La moraleja de esta historia es que siempre hay una buena razón detrás de las cosas que debemos hacer, incluso si al principio no nos gustan mucho.

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