Max aprende a nadar
Había una vez un niño llamado Juan que estaba muy emocionado porque iba a ir de vacaciones a la playa con su familia y su perrito, Max.
Max era un perro muy amigable y juguetón, pero tenía miedo al agua. Cuando llegaron a la playa, Juan y Max corrieron hacia el mar para sentir la brisa en sus caras. Pero cuando las olas empezaron a chocar contra ellos, Max se asustó mucho y comenzó a ladrar.
Juan intentó calmarlo, pero no pudo hacer nada. "Tranquilo Max, todo está bien" -dijo Juan mientras acariciaba su pelaje-. "No tienes por qué tener miedo". Pero Max seguía nervioso y no quería acercarse al agua.
Juan decidió buscar ayuda para que Max pudiera disfrutar de las vacaciones tanto como él. Entonces conoció a Martina, una niña de su edad que también estaba en la playa con sus padres y su perro Beto.
Martina le preguntó si necesitaban ayuda y cuando supo del miedo de Max al agua les propuso enseñarle cómo nadar. Juan aceptó encantado la oferta de Martina porque sabía que ella era una excelente nadadora.
Así pues, los dos niños llevaron a los perros hacia el mar poco profundo donde podrían jugar juntos sin peligro. Beto saltaba sobre las olas felices mientras que Max observaba desde la orilla con curiosidad e interés.
Poco después Martina tomó a Beto en brazos y lo llevó hacia donde estaba Juan sosteniendo a Max entre sus brazos. "Mira cómo hace Beto", dijo Martina mientras dejaba que Beto nadara cerca de los niños y Max. "Es muy fácil, solo hay que mover las patitas y flotar".
Juan y Martina se turnaron para enseñarle a Max cómo nadar. Al principio, Max estaba un poco asustado, pero con el tiempo fue ganando confianza en sí mismo y comenzó a disfrutar del agua.
"¡Mira Juan! ¡Max está nadando!" -exclamó Martina emocionada. Juan sonrió feliz al ver a su perro disfrutando tanto como ellos de la playa. A partir de ese momento, Juan y Martina pasaron todo el día jugando con sus perros en la playa.
Cuando llegó la hora de irse a casa, Juan sintió un poco de tristeza porque había pasado un día maravilloso junto a sus nuevos amigos. Pero también sabía que volverían el próximo año para hacer más recuerdos juntos.
"Gracias por enseñarnos cómo hacer que Max nade", dijo Juan despidiéndose de Martina. "Ahora puedo decir que tengo el mejor perro del mundo". Martina sonrió mientras acariciaba a Beto: "No hay problema amigo, siempre estamos aquí para ayudarnos mutuamente".
Y así terminó una aventura divertida e inolvidable en la playa donde Juan aprendió sobre amistad y superación junto a su fiel compañero canino.
FIN.