Max el elfo y el arco del cielo
En el colorido bosque de Brillavista, vivía un pequeño elfo llamado Max. Tenía orejas puntiagudas, ojos brillantes como estrellas y una curiosidad insaciable. Su mayor sueño era encontrar el famoso arco del cielo, un tesoro que, según decían las leyendas, traía consigo un montón de sorpresas y alegrías.
Un día, mientras exploraba cerca de un río cristalino, Max escuchó un susurro misterioso.
"¿Quién está ahí?" - preguntó Max, sorprendido.
"Soy el Espíritu del Bosque", respondió una suave voz. "He visto tu valentía y tu deseo de aventura. El arco del cielo se encuentra más allá de la montaña de Nublina, pero para llegar a él, deberás superar tres desafíos".
"¿Qué desafíos son esos?" - preguntó Max, emocionado.
"El primero es el Rincón de los Ecos. Allí debes encontrar la melodía que hace felices a los árboles. El segundo es el Lago del reflejo. Tienes que mirarte y aprender a quererte tal como eres. El tercero y último es el Valle de los Colores, donde deberás compartir lo que has aprendido con los demás".
Max no dudó ni un segundo. ¡Estaría listo para la aventura!
Comenzó su camino hacia el Rincón de los Ecos. Cuando llegó, se sintió rodeado de sonidos extraños y susurros. Max cerró los ojos y se concentró, tratando de escuchar la melodía de los árboles.
Después de un rato, recordó una canción que su abuela solía cantarle. Comenzó a tararearla, y poco a poco, los árboles comenzaron a moverse y a vibrar al ritmo de su canto.
"¡Lo logré!" - gritó Max, lleno de entusiasmo.
Como recompensa, el Espíritu del Bosque apareció de nuevo.
"Has superado el primer desafío. Ahora dirígete al Lago del reflejo" - dijo.
Max corrió hacia el lago, y al verlo, se sintió asombrado. Era un espejo gigante que reflejaba cada uno de sus movimientos. Mirándose en el agua, comenzó a notar cada característica suya.
"Soy pequeño, pero tengo un gran corazón" - se dijo a sí mismo.
Comenzó a hablar en voz alta: "Me acepto tal como soy, y eso es genial."
"Eso es correcto, Max" - dijo el Espíritu. "El amor propio es el primer paso para ser feliz. Has superado el segundo desafío, queda solo uno más".
Max se sintió un poco nervioso. "¿Qué pasará en el Valle de los Colores?" - preguntó.
"Aquí debes compartir lo que aprendiste. No hay mejor lección que ayudar a los demás" - respondió el Espíritu.
Max llegó al Valle, que estaba cubierto de flores de todos los colores. Allí vio a unos duendecillos tristes porque no sabían cómo jugar. Max les sonrió y dijo:
"Hola, amigos. Soy Max, y tengo una canción que puede alegrarles el día. ¡Vengan!" - les invitó, y empezó a cantar la melodía que había descubierto en el Rincón de los Ecos. Los duendes se unieron a él, sus risas llenaron el aire.
"¡Esto es increíble!" - exclamó uno de ellos. "Nunca habíamos jugado así antes".
Con cada rayo de sol que brillaba, el valle se llenaba de colores aún más vibrantes gracias a las risas de todos. El Espíritu del Bosque apareció una vez más.
"Has aprendido bien, Max. Compartir tu alegría es la clave para formar un mundo más brillante".
Max se sintió lleno de felicidad. "¿Y ahora?" - preguntó.
"Ahora, puedes ver el arco del cielo. Es tuyo, Max. No solo por superar los desafíos, sino por tu bondad y generosidad".
Max miró al cielo y vio el espléndido arco de colores brillantes que se extendía sobre él. Sabía que, aunque había encontrado el arco del cielo, lo más importante había sido el viaje y todo lo que había aprendido.
"¡Gracias, Espíritu! ¡Prometo seguir compartiendo la alegría con todos!" - dijo Max, mientras el arco del cielo giraba mágicamente, iluminando todo a su alrededor.
Desde ese día, Max se convirtió en el elfo más querido de Brillavista, siempre listo para ayudar y compartir, llevando alegría por donde iba y recordándole a todos que lo más hermoso de la vida es aprender, aceptarse y compartir con los demás.
FIN.