Max, el protector de las gallinas



Max era un perro callejero de pelaje blanco y manchas negras que siempre se encontraba merodeando por el pueblo en busca de comida.

Pero a pesar de su apariencia descuidada, Max tenía un corazón amable y le encantaba jugar con los niños. Un soleado día de primavera, Pedro decidió llevar a los niños del colegio San Patricio a visitar una granja cercana para que conocieran a los animales y aprendieran sobre la importancia de cuidarlos.

Los niños estaban emocionados por la aventura y no podían esperar para llegar. Cuando llegaron a la granja, fueron recibidos por el granjero Juan, quien les mostró todas las diferentes especies de animales que vivían allí.

Había vacas, caballos, gallinas y hasta un pequeño cerdito llamado Chanchito. Los niños estaban maravillados al ver a los animales tan cerca. Se reían cuando las gallinas cacareaban e imitaban el sonido del caballo galopando. Mientras tanto, Max observaba desde lejos con curiosidad.

Pedro notó cómo Max se acercaba lentamente hacia ellos y decidió presentárselo a los niños. "Chicos, este es Max", dijo Pedro señalando al perro callejero. "Es muy amigable y le encanta jugar".

Los niños se emocionaron al conocer a Max y rápidamente comenzaron a acariciarlo y jugar con él. Max estaba encantado de tener nuevos amigos y movía su cola felizmente mientras correteaba junto a ellos.

Mientras exploraban la granja, uno de los niños llamado Lucas notó algo extraño en el corral de las gallinas. "¡Miren!", exclamó Lucas señalando hacia el corral. "Hay un zorro tratando de atrapar a las gallinas".

Pedro y los niños se acercaron rápidamente al corral para ver lo que estaba sucediendo. Efectivamente, había un astuto zorro intentando cazar a las indefensas gallinas. Sin pensarlo dos veces, Pedro tomó una cuerda que encontró cerca del corral y la ató alrededor de la cintura de Max.

"Max, necesitamos tu ayuda", le dijo Pedro al perro callejero. "Ve y ahuyenta al zorro". Max asintió con la cabeza y salió corriendo hacia el zorro, ladrando fuertemente y mostrándole sus dientes afilados.

El zorro se asustó ante la valentía de Max y huyó despavorido. Los niños vitorearon emocionados mientras Pedro felicitaba a Max por su valentía. Todos estaban orgullosos del perro callejero que había demostrado ser un verdadero héroe.

Desde ese día en adelante, Max se convirtió en el fiel compañero de Pedro y los niños del colegio San Patricio. Juntos, protegieron Yerba Buena de cualquier peligro y enseñaron a todos la importancia de cuidar a los animales sin hogar.

Y así, gracias a la valentía de Pedro y la amistad incondicional de Max, el tranquilo pueblo de Yerba Buena vivió días llenos de aventuras emocionantes y lecciones importantes sobre el amor y la solidaridad con aquellos que más lo necesitan.

FIN.

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