Max el Zorro que se Enfada Fácilmente



Había una vez, en un bosque colorido y lleno de vida, un zorro llamado Max. Max era un zorro curioso, con un pelaje anaranjado brillante y una cola esponjosa que siempre movía de un lado a otro. Sin embargo, había un pequeño problema: ¡Max se enfadaba con mucha facilidad!

Un día, mientras exploraba su rincón favorito del bosque, se encontró con su amiga la tortuga Tula.

"¡Hola, Tula!" - dijo Max, emocionado.

"¡Hola, Max! ¿Qué tal?" - respondió Tula, arrugando su cuello.

Max, ignorando el saludo, comenzó a dar vueltas en círculos.

"Hoy encontré un lugar genial para jugar, pero..." - Max frunció el ceño, "Dije que no quería que nadie se acercara!"

Tula, confundida, sólo pudo responder:

"¿Por qué no?"

Max, sintiéndose frustrado, gritó:

"¡Porque es mío y no quiero compartirlo!"

Tula, esperanzada de que Max se calmaría, propuso:

"Podemos jugar juntos, Max. Es más divertido compartir. Además, hay muchas cosas que podemos hacer en el bosque."

Pero Max, sin escuchar ni una palabra más, decidió marcharse. Caminó lejos de Tula, murmurando para sí mismo:

"Nadie entiende lo que siento. No quiero que arruinen mi diversión."

Unas horas más tarde, mientras Max exploraba un nuevo sendero, se encontró con un grupo de animales que jugaban a la pelota. Había conejos, pájaros y hasta un ciervo, todos riendo y divirtiéndose juntos.

"¡Vengan a jugar!" - gritó un conejo, salteando de un lado a otro.

Max, al ver cómo todos se divertían, se sintió tentado a unirse. Pero, de repente, recordó sus pensamientos egoístas y se enojó.

"¿Por qué debería jugar con ellos si no son mis amigos?" - se dijo a sí mismo, pero en su interior, algo comenzó a cambiar.

Mientras se alejaba, escuchó a algunos de los animales hablar:

"Hay un nuevo juego en el bosque, pero sólo es divertido si todos participan. La diversión se duplica cuando jugamos juntos."

"Sí, es cierto. Nunca es buena idea jugar solos. Al final, todos nos sentimos un poco tristes."

Con cada palabra, Max empezaba a reflexionar.

“Es verdad”, pensó. “Si no se juegan juntos, todos terminan tristes.” De repente, decidió darle una oportunidad. Regresó al lugar donde estaban los animales.

"¡Hola!" - gritó Max, aproximándose.

Los animales se detuvieron y lo miraron. El conejo sonrió:

"¡Hola Max! ¿Te unes a nosotros? ¡Estamos jugando a pasar la pelota!"

Max tomó una profunda respiración y, esta vez, sonrió.

"Sí, me gustaría jugar. Y, si no les importa, también puedo mostrarles un nuevo juego que descubrí."

Los animales se llenaron de alegría y empezaron a jugar juntos. Lo que comenzó como un enfado, se transformó en risas y diversión compartida.

Después de un rato, Max se sintió feliz y satisfecho. Aprendió que compartir, incluso lo que más quieres, hace que la diversión sea aún mejor.

Al día siguiente, al encontrarse nuevamente con Tula, Max se acercó y le dijo:

"Perdón, Tula por lo que dije ayer. Me gustaría compartir mi juego contigo hoy."

Tula, sorprendida y feliz, respondió:

"¡Claro, Max! Estaba esperando que me invitaras. Vamos, será un gran día."

Y así, Max el zorro que se enfadaba fácilmente, aprendió que compartir y jugar con los demás era mucho más divertido que hacerlo solo. Desde ese día, decidió siempre escuchar a sus amigos y recordar que la verdadera alegría se encuentra en la compañía.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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