Max, mi mejor amigo



Alejandro era un niño muy alegre y curioso, siempre en busca de aventuras nuevas. Pero lo que más anhelaba en el mundo era tener una mascota, alguien con quien jugar y compartir sus días.

Un día, Alejandro decidió salir en búsqueda de su compañero ideal. Caminó por las calles del barrio observando detenidamente cada rincón, buscando algún animalito perdido que necesitara un hogar.

Después de varias horas sin éxito, Alejandro se encontró con un pequeño perro callejero que parecía asustado y solo. El niño se acercó lentamente hacia él y extendió su mano para acariciarlo. El perrito respondió moviendo la cola, feliz de recibir atención.

Alejandro supo en ese momento que había encontrado a su compañero ideal. Sin embargo, sabía que pedirle a sus padres adoptar al perro sería difícil ya que ellos no tenían mucho espacio en casa. El niño decidió entonces llevar al perro consigo mientras buscaba una solución.

Juntos caminaron por las calles del barrio hasta encontrar un parque cercano donde pudieron jugar juntos. "¿Cómo te llamarás?" -preguntó Alejandro mientras lanzaba una pelota para el perro perseguirla. "Puedes llamarme Max" -respondió el perrito con ladridos emocionados.

Mientras jugaban juntos, Alejandro comenzó a idear un plan para convencer a sus padres de adoptar al perro. Decidió demostrarles lo bien entrenado que estaba Max y lo fácil que sería cuidarlo.

Cuando llegaron a casa esa noche, Alejandro le explicó todo a sus padres: cómo había encontrado a Max, lo bien que se habían llevado y cómo podría ser un excelente compañero para la familia.

"Sabemos que quieres tener una mascota, Alejandro, pero no tenemos suficiente espacio en casa" -le respondió su padre con tristeza. "Pero papá, podemos hacer espacio y cuidar muy bien de él. ¡Miren lo lindo que es!", dijo Alejandro mostrando a Max acurrucado en sus brazos.

Después de hablarlo detenidamente como familia, finalmente decidieron adoptar a Max. Alejandro estaba emocionado y feliz al fin tener su tan anhelada mascota. Los días pasaron y la relación entre Alejandro y Max creció cada vez más fuerte.

Juntos aprendieron muchas cosas nuevas: cómo pasear sin correa, jugar juntos sin lastimarse y cómo respetarse mutuamente. Alejandro aprendió la importancia de ser responsable al cuidar de otro ser vivo. Aprendió que las mascotas son amigos fieles que necesitan amor y atención constantemente.

Max también enseñó algo importante a Alejandro: el valor del amor incondicional. El perro siempre estaba allí para apoyarlo cuando se sentía triste o solo; siempre dispuesto a brindarle cariño sin esperar nada a cambio.

Y así fue como Alejandro encontró no solo una mascota sino también un amigo fiel para toda la vida.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!