Max y Ana en el parque
Había una vez un perro llamado Max, que vivía en una casa con su dueña, una niña llamada Ana. Max era un perro muy flojo y le encantaba dormir todo el día.
A veces, cuando Ana quería jugar con él, Max simplemente se quedaba acostado y no tenía ganas de moverse. Un día, Ana llevó a Max al parque para jugar y correr.
Pero cuando llegaron allí, Max simplemente se echó en el pasto y volvió a dormir. Ana trató de animarlo para que jugara con ella, pero nada parecía funcionar. "Vamos Max, levántate", dijo Ana mientras lo sacudía suavemente. "No tengo ganas de hacer nada", respondió Max bostezando.
Ana estaba preocupada por su perrito y decidió hablar con la veterinaria del barrio. La veterinaria le explicó que los perros también pueden sentirse tristes o cansados como las personas y que era importante motivarlos para mantenerlos saludables.
"Max necesita hacer ejercicio todos los días para estar fuerte y sano", le dijo la veterinaria a Ana. "¿Cómo puedo motivarlo?", preguntó Ana preocupada. "Puedes empezar dando pequeños paseos diarios e ir aumentando poco a poco la intensidad del ejercicio hasta lograr que disfrute correr contigo".
Así fue como Ana comenzó a llevar a Max en paseos cortos todas las mañanas antes del desayuno. Al principio, Max seguía teniendo fiaca y apenas caminaba unos metros antes de sentarse en el suelo.
Pero poco a poco fue mejorando: caminaban más tiempo cada día e incluso comenzaron a correr juntos. "¡Esto es divertido!", dijo Max emocionado mientras corría detrás de Ana.
Max se sentía mucho mejor después del ejercicio y comenzó a tener más energía durante el día. Ya no dormía todo el tiempo y estaba más animado para jugar con Ana. Juntos, descubrieron que hacer ejercicio era importante no solo para su salud física sino también para su bienestar emocional.
Desde ese día, Max nunca volvió a tener fiaca y siempre estaba listo para salir a jugar con Ana.
Aprendió que la vida es mucho más divertida cuando uno se mueve y disfruta de las cosas simples como correr en el parque o jugar con sus amigos animals. Y así, Max vivió feliz junto a su dueña Ana, agradecido por haber encontrado una forma de vencer su fiaca y disfrutar al máximo cada día.
FIN.