Max y el Bosque de Colores
Había una vez un perro llamado Max que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos paisajes. Aunque Max era muy feliz, siempre había sentido curiosidad por algo: él veía todo en blanco y negro.
Le gustaba correr por el parque, perseguir mariposas y jugar con sus amigos perros, pero siempre se preguntaba cómo sería ver el mundo lleno de colores. Un día soleado, mientras Max exploraba un bosque cercano, se encontró con un mago llamado Lucas.
El mago tenía una larga barba blanca y llevaba puesto un sombrero puntiagudo. Cuando Lucas vio a Max, quedó sorprendido al darse cuenta de que el perro veía en blanco y negro.
"¡Oh! ¡Qué interesante!", exclamó el mago asombrado. Max saltó emocionado al escuchar las palabras del mago. Si alguien podía ayudarlo a ver los colores, definitivamente sería un mago mágico como Lucas. "Señor Mago", dijo Max entusiasmado.
"¿Podrías ayudarme a ver los colores? Siempre he querido saber cómo es eso". El mago sonrió amablemente y asintió. "Claro que sí, Max. Pero no será fácil. Necesitarás aprender sobre los diferentes colores primero". Así comenzaron las aventuras de Max y Lucas en el bosque mágico.
El mago le enseñó al perro sobre los colores primarios: rojo, azul y amarillo. Juntos caminaban entre árboles coloridos mientras Lucas señalaba cada uno de ellos explicando su tonalidad única.
Después de aprender sobre los colores primarios, Max estaba emocionado por descubrir más. El mago le habló de los colores secundarios y cómo se formaban al mezclar los primarios.
Max aprendió que el naranja se hacía mezclando rojo y amarillo, el verde al combinar azul y amarillo, y el violeta al juntar rojo y azul. Max practicaba observando las flores del bosque y tratando de identificar qué colores veía en cada una de ellas.
Poco a poco, su visión en blanco y negro comenzó a cambiar. Un día, mientras exploraban un río cristalino, Lucas le mostró a Max cómo la luz del sol creaba un arcoíris en el agua.
Los ojos de Max se iluminaron con asombro cuando vio por primera vez los vibrantes colores reflejados en el río. "¡Mira!", exclamó Lucas emocionado. "Eso es lo que has estado buscando todo este tiempo, ¡los hermosos colores del mundo!". Max ladró felizmente mientras saltaba de alegría.
Ahora podía ver las mariposas multicolores revoloteando a su alrededor, admirar el cielo azul brillante e incluso apreciar las pinturas coloridas que adornaban las casas del pueblo. El bosque mágico se convirtió en el lugar favorito de Max para jugar y aprender sobre los colores.
Cada día era una nueva aventura junto a su amigo mago Lucas. Juntos descubrieron tonos infinitos: rosas delicados como algodón de azúcar, dorados como rayos de sol al atardecer y plateados como la luna en una noche estrellada.
Max estaba agradecido por haber conocido al mago Lucas. Su amistad le había enseñado que, aunque el mundo pueda parecer gris a veces, siempre hay una forma de encontrar belleza y color si uno se lo propone.
Y así, Max vivió felizmente sus días explorando el bosque mágico junto a su amigo Lucas. Cada vez que veía los colores del mundo, recordaba con cariño cómo un encuentro fortuito cambió su vida para siempre.
FIN.