Max y la búsqueda familiar



Había una vez en un barrio tranquilo de Buenos Aires, una familia muy especial. Estaba compuesta por los papás, Martín y Laura, y sus dos hijos, Sofía y Tomás.

Además, tenían a sus fieles compañeros caninos: Rocky, un perro juguetón y travieso; y Luna, una perrita dulce y cariñosa. Un día soleado de primavera, la mamá Laura tuvo una idea brillante.

"¡Familia! ¿Qué les parece si organizamos un picnic en el parque este fin de semana? Podemos llevar juegos para los niños y también para Rocky y Luna. " Todos estuvieron de acuerdo con entusiasmo. Así que el sábado por la mañana, la familia se preparó con canastas llenas de deliciosos sándwiches, frutas frescas y galletitas caseras.

Sofía llevó su pelota favorita para jugar al fútbol con Tomás, mientras que los padres sacaron las cuerdas para saltar.

Mientras disfrutaban del picnic, vieron a lo lejos a un grupo de niños jugando con sus perros en el área designada para mascotas. "¡Eso parece tan divertido! ¿Podemos ir allí también?" preguntó Tomás emocionado. Los padres asintieron con una sonrisa y se dirigieron hacia esa zona.

Una vez allí, Rocky y Luna corrieron felices junto a otros perros mientras los niños reían y disfrutaban del juego. De repente, escucharon unos ladridos lejanos provenientes del bosque cercano.

Sin pensarlo dos veces, Sofía exclamó: "¡Vamos a ver qué sucede!" Siguiendo a los perros curiosos como detectives intrépidos entraron al bosque donde descubrieron a un cachorro perdido llorando entre los árboles. Con cuidado lograron calmarlo y leer su collar donde decía —"Max" . Decidieron llevarlo al refugio más cercano para ayudarlo a encontrar su hogar.

Al llegar al refugio conocieron a Valentina, una voluntaria amante de los animales que les explicó cómo podían colaborar en la búsqueda de la familia de Max colocando carteles en el barrio. La familia se comprometió sin dudarlo.

Los días siguientes fueron intensos pegando carteles por todo el vecindario junto con Max quien parecía entender lo importante que era encontrar su hogar.

Finalmente recibieron una llamada que confirmaba que Max había sido encontrado por su dueño gracias al cartel visto en la plaza del barrio. La familia regresó feliz a casa sabiendo que habían ayudado a reunir a Max con su familia gracias al trabajo en equipo y la solidaridad mostrada hacia aquel pequeño cachorro perdido.

Desde ese día en adelante cada fin de semana organizaron actividades solidarias tanto para ayudar a animales necesitados como también personas desamparadas demostrando así que juntos pueden hacer grandes cosas por quienes más lo necesitan.

FIN.

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