Max y la lección de Don Tomás



En el Bosque Encantado, todos los animalitos vivían en armonía. Había conejitos saltarines, pajaritos cantarines, ositos cariñosos y muchos otros amiguitos que se divertían juntos todo el tiempo.

Max era un pequeño zorrito muy travieso que siempre quería tener todos los juguetes para él solo. No le gustaba compartir con los demás animalitos y siempre trataba de colarse en la fila para jugar primero.

Un día, mientras Max intentaba arrebatarle un balde de pintura a Luna la conejita, la sabia tortuga Don Tomás lo llamó a un lado. "Max, ven aquí un momento", dijo Don Tomás con voz calmada. Max se acercó con curiosidad, preguntándose qué querría decirle la tortuga.

"Max, en este bosque encantado todos somos amigos y debemos aprender a compartir. Siempre es importante esperar nuestro turno y ser amables diciendo por favor y gracias", explicó Don Tomás con paciencia.

Max escuchó atentamente las palabras de Don Tomás y sintió que algo dentro de él comenzaba a cambiar. Decidió poner en práctica lo que le había enseñado la sabia tortuga. Esa misma tarde, cuando llegó la hora de jugar al escondite, Max esperó su turno pacientemente sin intentar colarse.

También compartió sus juguetes con los demás animalitos y les dijo por favor cada vez que necesitaba algo. Los días pasaron y Max siguió practicando lo aprendido.

Pronto notó que los demás animalitos disfrutaban más su compañía y se sentía más feliz al poder jugar sin pelear ni ser egoísta. Una mañana soleada, mientras recogían flores del bosque para hacer coronas, Luna se acercó a Max con una sonrisa radiante.

"¡Gracias por ser tan amable y generoso! ¡Eres un gran amigo!", exclamó Luna emocionada. Max sintió cómo su corazón se llenaba de alegría al escuchar las palabras de Luna. Se dio cuenta de que ser bueno con los demás traía consigo mucha felicidad y gratitud.

Desde ese día en adelante, Max se convirtió en el zorrito más querido del Bosque Encantado. Siempre recordaba las enseñanzas de Don Tomás sobre compartir, esperar su turno y decir por favor y gracias.

Y así, todos los animalitos vivieron felices para siempre en aquel mágico lugar donde la amistad reinaba por encima de todo.

FIN.

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