Max y la libertad en su interior


Max era un perro muy especial. Vivía en una casa grande con un jardín hermoso, pero siempre soñaba con explorar el mundo más allá de las rejas que lo mantenían prisionero.

Un día soleado, mientras Max jugaba en el jardín, vio a través de la cerca a unos pájaros volando libres por el cielo. Se acercó corriendo y les preguntó: "¿Cómo hacen para ser tan libres? ¡Yo también quiero volar como ustedes!".

Los pájaros se miraron entre ellos y uno de ellos respondió: "Max, nosotros podemos volar porque tenemos alas. Pero tú tienes algo aún mejor: ¡tus patas! Puedes correr tan rápido como el viento y explorar lugares increíbles". Max quedó pensativo.

Nunca antes había considerado que sus patas fueran tan valiosas. Decidió entonces comenzar su aventura por tierra. Esa misma tarde, Max escapó por debajo de la cerca del jardín y salió a recorrer las calles de su vecindario.

Mientras caminaba, encontró a otros perros que también deseaban ser libres como él. "¡Hola Max! ¿Qué haces fuera del jardín?", le preguntaron sus amigos caninos. "Estoy buscando la libertad", respondió Max emocionado.

Juntos, los perros emprendieron un viaje lleno de descubrimientos y desafíos. Exploraron parques, bosques y playas; conocieron nuevos olores y sabores; jugaron sin parar hasta caer rendidos bajo el sol. En su travesía, se encontraron con otros animales que les enseñaron valiosas lecciones.

Un conejo les mostró el poder de la paciencia, una tortuga les habló sobre la perseverancia y un gato sabio les enseñó a ser curiosos. Max y sus amigos se volvieron más fuertes y sabios cada día.

Pero también aprendieron que la verdadera libertad no solo se encuentra en los lugares que exploran, sino en su interior. Un día, cuando regresaban a casa después de una aventura emocionante, Max vio a través de la cerca su hogar.

Ya no parecía una prisión, sino un lugar lleno de amor y seguridad. —"Chicos" , dijo Max con emoción, "hemos recorrido el mundo juntos y hemos aprendido muchas cosas maravillosas. Pero nuestro hogar es donde realmente somos libres".

Los demás perros asintieron con alegría y corrieron hacia sus respectivas casas. Max entró al jardín sintiéndose feliz y satisfecho. Ahora sabía que podía encontrar la libertad tanto fuera como dentro del jardín.

Desde ese día, Max disfrutaba cada momento en su hogar mientras seguía soñando con nuevas aventuras por venir. Y aunque siempre anhelaría explorar más allá de las rejas, comprendió que lo realmente importante era valorar lo que tenía aquí y ahora: un lugar donde siempre sería amado y cuidado. Fin

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