Max y León



En el corazón de la selva, donde los árboles son altos y los ríos son brillantes, vivía un león llamado León, conocido por ser el rey de la selva. Sin embargo, no era un rey común; León era un león muy solitario. Su melena dorada sobresalía entre toda la fauna, pero en su corazón había un vacío. Por otro lado, en la tranquila ciudad cercano a la selva, vivía un pequeño perro llamado Max. Max era juguetón y le encantaba correr y hacer amigos. Un día, decidido a conocer el mundo más allá de su ciudad, Max se adentró en la selva.

Al llegar, Max se encontró en una situación aterradora.

"¡Uff! Esto es mucho más grande de lo que pensé", murmuró Max, su pequeño corazón latiendo rápido.

Entonces, de entre los arbustos apareció León.

"¿Quién osa entrar a mi reino?" rugió León, asustando a Max.

Max tembló, pero recordó cuán valiente había sido en su ciudad.

"Yo soy Max, un perro del pueblo, y sólo quería conocer los misterios de la selva".

León lo miró con curiosidad. Nunca había conocido a un perro y menos a uno tan atrevido.

"¿Un perro? ¿Crees que puedes correr por la selva sin problemas?"

"¡Claro! Puedo correr tan rápido como el viento. Además, tengo amigos que me ayudan, así que no necesito ser el más fuerte, solo el más astuto" respondió Max.

León, intrigado por la actitud del pequeño perro, decidió seguir a Max un rato. Max comenzó a correr alegremente, mostrando su habilidad para esquivar árboles y brincar sobre troncos. León no podía evitar sonreír.

A medida que avanzaban, se encontraron en un claro de la selva donde otros animales estaban reunidos.

"¡Miren! ¿Quién es ese?" exclamó una pequeña ardilla.

"Soy Max, ¡y vengo en son de paz!" gritó el perro, moviendo su cola con entusiasmo.

León habló con firmeza:

"Este perro se atreve a correr por la selva. Quizás tenga más valor que muchos de ustedes".

Los animales murmuraron entre ellos. Max, sintiéndose un poco abrumado, pensó que había hecho bien en presentarse. Pero de repente, un gran estruendo resonó entre los árboles. ¡Un grupo de cazadores había entrado a la selva! Todos los animales comenzaron a entrar en pánico.

"¡Rápido! ¡Debemos escondernos!" gritó una cebra.

Max miró a León que se veía decidido, pero no podía dejar que los animales fueran atrapados.

"León, necesitamos un plan" dijo Max, casi sin aliento.

León, tras escuchar las palabras de su nuevo amigo, se dio cuenta de que la fuerza no siempre era la respuesta.

"¡Sí! Yo soy fuerte, pero tú eres ágil. Lo que podemos hacer es crear distracción para que todos tengan tiempo de escapar".

Max asintió. Juntos, idearon un plan. Max ladró y corrió hacia la dirección opuesta de donde estaban los cazadores, atrayendo su atención. Mientras León se movía en la dirección opuesta, protegiendo a los otros animales y asegurándose de que todos tuvieran un camino de escape.

"¡Allí! ¡Atrápenlo!" gritaron los cazadores.

Los animales miraban sorprendidos pero agradecidos al ver cómo Max y León trabajaban juntos. Finalmente, los cazadores, distraídos y confundidos, decidieron seguir a Max, quien corrió lo más rápido que pudo, mientras León guiaba a los otros hacia un lugar seguro.

Cuando los cazadores se dieron cuenta de que habían caído en una trampa, era demasiado tarde. Se perdieron en la selva. Max, al alcanzar un claro, finalmente se detuvo, y León se unió a él. Ambos estaban cansados pero felices.

"¡Lo hicimos, Max!" exclamó León, sorprendiendo a todos los animales que habían observando la escena.

Max, con una sonrisa, dijo:

"No se trata de quién es el más fuerte. ¡Se trata de trabajar juntos!"

Así, Max y León se hicieron grandes amigos. La selva no solo se había salvado, sino que Max había enseñado a León que el valor no siempre viene de la fuerza. La unión y la astucia a veces pueden hacer grandes cosas. Desde entonces, León y Max recorrieron juntos la selva, creando un nuevo vínculo entre todos los animales.

Fue una gran lección para todos: en la diversidad y en la unión está la verdadera fuerza.

FIN.

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