Max y sus palabras mágicas


Había una vez un perro llamado Max que vivía en un hermoso pueblo rodeado de un lindo paisaje. Max era muy juguetón y siempre estaba buscando diversión.

Pasaba sus días correteando por el parque, persiguiendo mariposas y haciendo travesuras con los demás animales del lugar. Un día, mientras exploraba el bosque cercano al pueblo, Max se encontró con sus mejores amigos: Lucas, el gato aventurero; Lola, la conejita curiosa; y Beto, el pájaro cantor.

Los cuatro amigos decidieron ir juntos en busca de nuevas aventuras. Caminaron por senderos desconocidos hasta llegar a un río cristalino. Allí vieron a un grupo de patitos nadando felices.

Max no pudo resistirse y saltó al agua para jugar con ellos. Pero en su emoción, olvidó que no sabía nadar muy bien. "-¡Ayuda! ¡No sé nadar!" -gritó Max asustado. Lucas rápidamente saltó al agua y lo agarró del collar para llevarlo a la orilla.

Todos estaban preocupados por Max, pero él les aseguró que estaba bien.

Después de secarse bajo el sol calentito, los amigos continuaron su camino hacia una colina verde donde habían oído hablar de unas flores mágicas que solo se abrían cuando alguien decía palabras amables. Al llegar a la cima de la colina, encontraron las flores más hermosas que habían visto nunca. Cada uno se acercó a ellas y dijo algo bonito:"-Eres tan bella como una estrella", dijo Lucas.

"-Tienes los colores más brillantes del mundo", dijo Lola. "-Tu perfume es el más dulce que he olido", dijo Beto. De repente, las flores se abrieron completamente y comenzaron a brillar con una luz resplandeciente.

Los amigos quedaron maravillados y se dieron cuenta de lo poderosas que eran las palabras amables. Continuaron su aventura hasta llegar a un prado lleno de juegos divertidos. Había un laberinto, columpios, toboganes y muchas otras atracciones.

Los amigos jugaron sin parar, riendo y disfrutando juntos cada momento. Al final del día, mientras veían la puesta de sol desde una colina cercana, Max les dijo:"-Gracias por estar siempre allí para mí. Hoy aprendí que la amistad es lo más valioso en la vida".

Los demás asintieron con una sonrisa y prometieron seguir siendo amigos para siempre. Juntos regresaron al pueblo, sabiendo que cualquier aventura sería mucho mejor si estaban juntos.

Desde ese día, Max nunca dejó de buscar diversión en el lindo paisaje de su pueblo, pero siempre recordó la importancia de cuidarse unos a otros y decir palabras amables. Y así vivió feliz junto a sus queridos amigos durante muchos años más.

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