Max y Tomás en la Plaza Hilario Julieta



En la plaza Hilario Julieta, vivía un perro llamado Max. Max era un perro muy feliz y activo, siempre estaba correteando por la plaza con su dueño Tomás.

Un día, mientras paseaban en bicicleta por la plaza, Max vio a unos niños jugando al fútbol. Se acercó corriendo para saludarlos y jugar con ellos. Pero cuando intentó saltar para atrapar el balón, sus patas traseras no respondieron como siempre lo hacían.

Max cayó al suelo y empezó a lloriquear de dolor. Tomás se preocupó mucho por su amigo animal y decidió llevarlo al veterinario.

Después de una revisión exhaustiva, el veterinario le explicó que Max había lastimado una de sus patas traseras y necesitaba descansar para recuperarse. Max se sintió triste porque no podría correr ni jugar durante unas semanas hasta que sanara completamente. Pero Tomás le prometió que lo cuidaría mucho y encontraría formas divertidas de pasar el tiempo juntos.

Así fue como comenzaron las aventuras de Tomás y Max en la plaza Hilario Julieta sin andar en bicicleta. Juntos exploraron cada rincón del parque: treparon árboles, buscaron tesoros escondidos en los arbustos e incluso ayudaron a reagarrar basura del suelo.

Durante ese tiempo, Tomás también enseñó a Max algunos trucos nuevos: cómo dar vueltas sobre sí mismo o hacer malabares con una pelota pequeña.

Y aunque extrañaba andar en bicicleta con su dueño, disfrutaba mucho más de todas las nuevas cosas que estaban haciendo juntos. Finalmente, llegó el día en que Max estaba completamente recuperado y listo para volver a correr por la plaza.

Pero esta vez, Tomás y Max sabían que su amistad era mucho más fuerte que una simple bicicleta. Ahora, siempre explorarían juntos todo lo que la plaza Hilario Julieta tenía para ofrecer. "Gracias Tomás por cuidarme tanto" -dijo Max con una gran sonrisa en su rostro.

"No hay nada de qué preocuparse amigo mío, somos un equipo inseparable"-respondió Tomás con ternura mientras acariciaba la cabeza de Max.

Y así fue como la historia de Max y Tomás nos enseña que las verdaderas aventuras están en todas partes, solo necesitamos tener un buen compañero para descubrirlas.

FIN.

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